Los topos toman punta Herminia

Tiene un pelo tan negro como suave, su vista es casi nula, carece de orejas y tiene un olfato muy pobre, pero cuenta con unas patas que son auténticas palas excavadoras que pueden convertir el jardín más impecable en un auténtico campo de batalla. Así le ha sucedido al parque de punta Herminia, invadido por una plaga de topos que afecta prácticamente a toda su superficie. El exterminio de este animal así como el arreglo y mantenimiento de este parque serán necesarios ahora que el Concello quiere ver cumplida su aspiración de que esta zona sea declarada Espacio Natural de Interés Local.

El Ayuntamiento va a solicitar a la Consellería de Medio Ambiente esta figura de protección para punta Herminia, después de que se le concediese hace unas semanas a otro espacio natural de la ciudad, las Islas de San Pedro. El Gobierno local inició ya las tareas de mejora en esta zona: ayer un grupo de jóvenes del taller de empleo Torre de Hércules podaron y recortaron arbustos.

Los topos, que normalmente detestan las zonas rocosas, se han adueñado de punta Herminia y han dejado el césped totalmente agujereado y lleno de pequeños montones de tierra. Además de la hierba, los senderos de tierra también presentan deficiencias debido a la lluvia y en algunos tramos abundan los charcos e incluso se ven atravesados por tuberías que vierten al mar.

Un tramo de barandilla de madera cercano a las rocas se desprendió hace tiempo y aún no ha sido reparado, simplemente se advierte del peligro con una cinta que acordona la zona. La mitad de los paneles informativos instalados en su día en todo el parque han desaparecido y las casetas de observación de aves están llenas de pintadas y grafitis. Punta Herminia cuenta con dos zonas de juegos para niños, con suelo de caucho, pero cada una de ellas tiene un sólo elemento: un solitario tobogán que las madres consideran más que insuficiente.

Este parque de 72.000 metros cuadrados fue inaugurado en noviembre de 2004 y constituye un espectacular mirador sobre el golfo Ártabro y lugar inmejorable para observar aves. Un petroglifo, antiguas baterías de costa, esculturas y el Jardín del Moro completan este espacio.