Cantaor flamenco
Pitingo: "Escuchar a Aretha Franklin a los once años cambió el resto de mi vida"
"No suelo cantar por Camarón. Para mí eso es algo sagrado y es mejor no tocarlo porque el de la Isla lo hacía todo tan perfecto que es muy fácil cargárselo"

Imagen promocional de Pitingo. / La Opinión
Rubén Bruña | A Coruña
El cantaor de Ayamonte (Huelva) responde al teléfono después de grabar una entrevista con Jesús Quintero para el programa Ratones Coloraos. "El tío te va sacando las cosas poco a poco, con mucho arte", cuenta mientras viaja en un taxi por Sevilla. Pitingo apuesta por que el concierto de mañana (teatro Colón a las 20.30 horas, entradas entre 20 y 30 euros) "sea una fiesta de flamenco y soul".
-¿Vendrá con una propuesta plena de soulerías o también habrá espacio para los cantes tradicionales?
-El espectáculo empieza con los palos más clásicos del flamenco como el martinete, la toná o la deblá, y luego se van incorporando los cambios: coro de gospel (The Black Heritage Singers de Nueva Orleans) y las canciones del álbum Soulería.
-¿Qué tiene en común el flamenco con Otis Redding o Roberta Flack?
-Ambas son músicas de raíces y que proceden de dos pueblos, el gitano y el negro, que han pasado muchas fatigas. Y eso a la hora de cantar se nota que hay muchos vínculos que nos unen.
-En su disco Soulería se atreve con Smells like teen spirit, de Nirvana. ¿Fue la más complicada del disco para llevarla al ritmo gitano?
-Fue complicado por los tonos. Además había que tener mucho tacto para que no saliese un tema lolailo. Hacer una canción de un grupo como Nirvana fue un reto y al público le ha gustado.
-¿Cómo fue el proceso de selección de las canciones?
-Fue un trabajo a medias con Juan Carmona (ex componente de Ketama). Él me proponía cosas e íbamos probando qué podíamos hacer para que se adaptasen al estilo del disco. Fue un tira y afloja muy bonito.
-¿Cuándo se da cuenta de que puede vivir con el cante?
-Cuando llegué a Madrid, con doce o trece años empecé a descubrir cantes que no conocía. En Madrid es donde un cantaor se curte. Cuando era más pequeño, en Huelva, cantaba por fandangos y un poco por bulerías, pero en la capital es donde conocí a muchos gitanos de los que aprendí los cantes de verdad. Allí empecé a soñar con lo que luego ha llegado.
-En una casa tan flamenca como la suya, ¿cómo surge su afición por la música soul?
-A los once años me regalaron una cinta de Aretha Franklin y escucharla cantar cambió el resto de mi vida. Me tiré todo un verano escuchando sus canciones y las de Louis Armstrong. Tengo todo lo que ha salido del sello Motown.
-A nivel técnico, ¿es más difícil cantar flamenco o soul?
-Cantar flamenco es lo más difícil del mundo. El soul no es fácil, pero a mí me cuesta menos cantarlo porque el flamenco es más de raíz. El soul se canta más de nariz y el flamenco se canta de garganta.
-Últimamente abunda mucho la fusión entre el flamenco y el jazz.
-Creo que hay fusiones que en realidad no están funcionando. Están tocando jazz por un lado y flamenco por otro. Es como si yo me junto con otra persona en la calle y me pongo a tocar la guitarra mientras el otro toca el acordeón. Para hacer eso hay que conocer muy bien las dos músicas.
-¿Se siente en el ojo del huracán de los puristas?
-Un poco sí. Yo creo que en el fondo les gusta mi música, lo que pasa es que les tengo un poco descolocados. (Risas).
-¿Por qué no canta por Camarón?
-No suelo cantar por Camarón, aunque conozco todo su repertorio. Para mí eso es algo sagrado y es mejor no tocarlo porque lo hacía tan perfecto que es muy fácil cargárselo.
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