Antonio Álvarez-buylla: "Mucha gente se sube al ascensor sin saber a dónde le lleva"

Es el padre de la criatura y responsable técnico de que las subidas y bajadas del ascensor panorámico del monte de San Pedro se realicen todos los días sin incidentes. Antonio Álvarez-Buylla defiende a capa y espada el elevador y justifica los 225.000 euros anuales que le cuesta al Ayuntamiento el mantenimiento de la máquina.

-¿Qué tal ha aguantado el ascensor el último temporal?

-Aguanta bien el viento y el agua, solamente que cuando se abren las puertas entra agua. Cuando llueve y hay fuertes vientos, nadie está dispuesto a pasear por allí.

-No parece el lugar más idóneo para un elevador turístico.

-Sí, no es muy agradable cuando hace tanto frío. Este año las temperaturas sí que han sido frías y eso retrae, aunque el fin de semana y parte del viernes sigue notándose la afluencia.

-¿Los usuarios prefieren subir o bajar?

-Prefieren, ligeramente, subir.

-La tarifa subió el 1 de enero 50 céntimos, hasta los dos euros. ¿Algún viajero ha protestado?

-Hay gente que dice a la azafata que es muy caro. Dentro de poco también se podrá utilizar la tarjeta Millennium. Estamos poniendo un aparato para poder pasar la tarjeta, como en el autobús.

-¿Ha notado un descenso en los viajeros desde que cobran por usar el ascensor?

-Algo se ha notado, pero muy poco. Lo que no se observa es que uno llega y da media vuelta al saber que tiene que pagar dos euros.

-El Concello acaba de adjudicarle el mantenimiento de la máquina por cuatro años, prorrogable otros dos, a razón de 225.000 euros cada doce meses. Una inversión alta.

-Puede parecer alta, pero es con el IVA incluido. Todos los lunes se hace una revisión que, dependiendo del día, puede durar diez horas. El trabajo es muy ingrato, porque cuando llueve a mares la revisión se hace igual. Se utilizan herramientas sofisticadas.

-¿Las piezas del ascensor son muy caras?

-Son caras, pero no es que sea una cosa prohibitiva. No es como un Ferrari, pero no es lo mismo que mantener un autobús.

-¿Qué le responde a aquellas personas que critican que el gasto en el elevador es excesivo?

-Se ha puesto mucho énfasis en la seguridad, como es lógico, y requiere inversiones. Es una tecnología muy puntera y aparatos complejos que requieren de gente muy especializada. Eso tiene su precio.

-¿Da beneficios?

-Aún es pronto. Según el cierre de cuentas del año pasado, dio pérdidas, pero nada escandaloso. Este tipo de inversiones, como en los funiculares, a veces no se hace sólo para tener una rentabilidad económica, se hace para dotar a la ciudadanía de un servicio para acceder al monte. Si fuera construido con la idea de sacar una rentabilidad económica, se hubiera enfocado desde otro punto de vista, con otras tarifas.

-¿Qué ha cambiado ahora para que el elevador no sufra las averías que tuvo en sus inicios?

-Fue la precipitación del momento, de mucha lucha política. Hubo que trabajar muy rápido y se produjeron aquellas anomalías, de pequeña importancia, pero que tuvieron mucho eco porque fueron en el momento de la inauguración. Pero aquello se subsanó.

-Su inauguración fue en abril de 2007, poco antes de las elecciones municipales de mayo.

-En una época de mucha tensión. Los políticos utilizaron el ascensor, por eso tuvo divulgación.

-El alcalde se quedó encerrado en el aparato antes de la inauguración y volvió a subirse en la apertura oficial. ¿Se ha acercado Javier Losada alguna otra vez por el monte de San Pedro?

-Ha hecho algún viaje más, pero de manera privada, a veces sin avisar. También otras personas de la política y la vida social, como los jugadores del Deportivo, que incluso se sacan fotos. También gente del famoseo, pero que no estoy muy al tanto de quiénes son.

-¿Y Francisco Vázquez?

-No tengo constancia.

-Sí fue la infanta Elena.

-Y [el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez] Zapatero estuvo a punto de ir, pero se prolongó la comida.

-¿Una anécdota?

-Mucha gente no sabe lo que hay arriba, se sube sin saber a dónde le lleva. Al principio, era corriente que preguntase si el ascensor seguía por el monte o si salía al mar. Es gente muy fantasiosa.