Las curiosidades dejan San Nicolás

Andrés Murias y su mujer, Mari Cruz, se jubilan y cerrarán en febrero la tienda en la que venden objetos de otras épocas desde hace 26 años

Alberto Murias posa entre las puertas de su local, decoradas con fotografías antiguas. / víctor echave

Alberto Murias posa entre las puertas de su local, decoradas con fotografías antiguas. / víctor echave

Tania Suárez | A Coruña

"Cierro el negocio con la pena más grande del mundo porque mi fachada, gracias al alcalde, muere como una mierda cuando tenía que estar cubierta con fotos del año 1900 enmarcadas", confiesa Alberto Murias mientras apoya una de sus manos sobre el mostrador de madera de la tienda de curiosidades que regenta junto a su mujer, Mari Cruz, desde hace 26 años. Alberto cuenta que se jubila, que nunca recibió ayudas del Ayuntamiento y que los vándalos le rompieron tantas veces los cristales del escaparate que ni las recuerda. "Salimos en todos los sitios, hasta en Interviú. Fui al quiosco pensando que salía mi mujer en pelotas en la portada, pero no hubo suerte, era por lo de los cristales", bromea.

El hombre se indigna cuando relata cómo algunos clientes le dieron el cambiazo en los álbumes de monedas, cuando comenta que un coruñés coleccionista de máquinas de cine todavía le debe la que se llevó de la tienda y las mil pesetas que le pidió a Mari Cruz para el taxi, o cuando habla del euro, el culpable, según él, del fin de la numismática. Pero enseguida corretea de un lugar a otro del local, situado en la calle San Nicolás, y cambia las agujas del primer tocadiscos para salas de fiesta que se vendió en la ciudad. Los temas de películas americanas de los años cuarenta resuenan en la calle. Una pareja extranjera entra extrañada en la tienda y se aproxima al mueble del que sale la música. Alberto, que habla inglés porque trabajó en Inglaterra, enseguida se apresura a contarles la historia del aparato, cuyo precio prefiere reservarse. Los turistas se asombran al ver algunas de las curiosidades que hay en el local, algo que enorgullece a Alberto. "El inglés me dijo que en una máquina como ésta fichaba él en el trabajo cuando era joven", comenta.

La mayoría de los objetos que vende los adquirió en las casas de subastas inglesas y en los car boot sales, unos lugares en los que los vehículos hacían de tenderetes. "Cada uno iba con su coche, abría el maletero y ofrecía sus productos. Una vez me encontré con una cinta de un pianista y compositor nacido en San Andrés", destaca Murias, quien reconoce que "siempre" le atrajeron las curiosidades. "No sabría destacar ningún objeto porque nunca hay una cosa más rara que otra, yo siempre coleccioné todo lo que me gustó", afirma. Alberto, de todos modos, dice que si sólo pudiese quedarse con una cosa de la tienda, sería con su mujer.

"¿Qué es lo más raro que coleccioné? Bragas usadas", bromea. "Ya sabía que iba a decir alguna barbaridad", dice, sonriente, Mari Cruz, que conoce a Alberto desde hace más de 45 años.

El hombre recuerda que cuando era niño, en su casa siempre había monedas. "Ponía una caja en la almohada, me sentaba en la cama y jugaba con ellas a la rana", comenta. Ahora, con 67 años, además de monedas posee piezas únicas como el segundo casco que tuvieron los bomberos del Ayuntamiento de A Coruña.

En las estanterías de su local hay un calentador de pies de principios de siglo, una de las primeras tostadoras que se fabricaron en el mundo o el primer tocadiscos radio gramola que fabricó Philips, en el año 1962.

"Esto no es una casa de antigüedades, sino de curiosidades. Puedo presumir de tener una buena colección de cosas curiosas y únicas que forman parte de la historia de A Coruña", asegura Alberto, que dejará su particular museo en el mes de febrero. "Buscaremos alguna entidad interesada en la historia de la ciudad para que los objetos no terminen vendiéndose en internet", comenta.

Mientras no eche el cierre, las canciones de las películas de los cuarenta seguirán sonando en San Nicolás.

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