Los psiquiatras dicen que el acusado de asesinato no controla sus impulsos
El fiscal insiste en que el procesado sabía lo que hacía a pesar de su trastorno mental y pide que sea condenado a catorce años de prisión. El abogado de la perjudicada solicita la misma pena

El procesado, en la Audiencia Provincial, sentado entre dos agentes de la Policía Nacional. / fran martínez
María Pardo | A Coruña
Un hombre acusado de haber tratado de acabar con la vida de su esposa golpeándola con un hacha en la cabeza se enfrentó ayer al segundo día de juicio en la Audiencia Provincial. Los psiquiatras explicaron que, tras el accidente laboral que sufrió el procesado, éste padeció una especie de "cortocircuito mental" que le hizo perder el control de sus impulsos.
Según los médicos que declararon en la vista oral, tiene una "enorme dificultad" para hacer planes o establecer secuencias lógicas debido a la lesión que sufrió en el lóbulo frontal. No obstante, uno de los peritos, que dio su opinión ante el tribunal, afirmó que el acusado "sabe lo que hace", aunque el trastorno mental que padece le impide ver otras alternativas. Los psiquiatras indicaron que el trastorno obsesivo que padece hacia sus hijos es algo típico entre las personas que han sufrido golpes en el lóbulo frontal y uno de ellos sostuvo que un informe realizado con anterioridad a los hechos ya alertaba de la posibilidad de que el acusado cometiese un hecho similar.
A pesar de lo declarado por los médicos, el fiscal mantuvo la petición de catorce años de cárcel por un delito de asesinato en grado de tentativa. El acusado sostuvo el primer día del juicio que su mujer le estaba pegando cuando él cogió un hacha de la cocina y que la atacó para defenderse, pero la declaración de la hija mayor de la pareja desmontó esta teoría, según el representante del Ministerio público. La joven dijo que no había escuchado a sus padres discutir y que acudió a la cocina tras escuchar los gritos de su madre pidiendo auxilio.
Sostuvo además que vio cómo ambos forcejeaban y a su padre darle una patada al teléfono móvil para que ella no pudiese utilizarlo y pedir ayuda. Para el fiscal, el hombre actuó con alevosía, ya que se escondió detrás de la puerta de la cocina con las luces apagadas para actuar de forma sorpresiva y asegurarse de esta forma que la mujer no se pudiese defender. El representante del Ministerio público entiende que el trastorno del acusado no es suficiente como para que le sea aplicada una atenuante. Pide que sea condenado a catorce años de prisión, igual que la acusación particular, que reclama la misma pena y una indemnización para la mujer de 3.880 euros por los daños y secuelas que le dejó la agresión. El letrado de la defensa pidió la libre absolución para su representado. Alegó que había actuado en legítima defensa y que, en todo caso, le tendría que ser aplicada la eximente de alteración psíquica. Sostuvo que el accidente laboral marcó un antes y un después en su vida que provocó que sufriese delirios y que se obsesionase con sus hijos.
La Audiencia Provincial juzgará la semana que viene a una pareja acusada de dos delitos de homicidio, uno de ellos en grado de tentativa, y un delito de robo con violencia por el que pide que sean condenados a 25 y 24 años de prisión. Para el varón propone una pena mayor por ser reincidente en el último de los delitos. Sostiene el fiscal que los acusados se pusieron de acuerdo para robar en casa de un amiga del varón, a quien conocía porque era toxicómana, como él.
El 30 de noviembre de 2005, ambos se presentaron en el domicilio de la mujer, donde la procesada realizaba tareas domésticas. Su pareja sabía que en la vivienda de la víctima, situada en Muros, había dinero porque había visto los billetes encima de una mesa el día anterior. Después de consumir sustancias estupefacientes, la pareja trató de apoderarse por la fuerza del dinero y las drogas que la propietaria de la vivienda guardaba en una caja fuerte oculta dentro de un armario.
Como la víctima se resistió, el hombre cogió un cuchillo de la cocina con el que le asestó varias puñaladas que le produjeron hasta trece heridas en el cuello, el tórax, la espalda y las manos. Los cortes le seccionaron la laringe y las arterias pulmonares izquierdas. También sufrió daños en el pulmón izquierdo, lo que le provocó la muerte.
Cuando los acusados estaban guardando el botín, sonó el telefonillo, según el escrito de calificación del Ministerio público. Subió entonces la pareja de la fallecida, quien también fue atacado en el cuello por el procesado. Todavía llevaba el casco de la moto cuando fue acuchillado. La segunda víctima fue capaz de huir y pedir ayuda en la calle. La mujer estuvo casi dos años en prisión y el hombre continúa privado de libertad.
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