Al entonces concejal de Seguridad Ciudadana, Carlos González -Garcés, le pareció una ocurrencia genial, tanto o más como la de contratar para el festival Noroeste Pop Rock a Raphael y El Consorcio ahora que ocupa la cartera municipal de Fiestas. "Nuestro objetivo es llegar a las cotas que se alcanzaron, por ejemplo, en Barcelona", dijo en 2004. Hablaba de las patrullas a caballo de la Policía Local; podría haberlo hecho de las unidades en bicicleta; o de la bautizada como "patrulla verde".

El caso es que, desde aquel mes de junio de 2004 en el que se vieron por las ciudad las primeras unidades montadas, la Policía Local no ha dejado de apostar por medios de transporte cada vez más alejados de los tradicionales coches patrulla, esos con sirena y luminosos rotativos en el techo, para los que a cada paso se les hace más complicado diferenciar a los vehículos policiales. El último experimento son los biciclo-balancines-giroscopios (Segway), pero antes lo fueron los caballos, las bicicletas y el coche híbrido, que hasta el momento representaba el cénit en cuanto a vanguardia motorizada policial.

El alcalde lo presentó hace casi ya dos años como el medio de locomoción de la patrulla verde. Nada mejor que un automóvil con motor eléctrico y a gasolina, por tanto con menos emisiones de CO2 y menor índice de contaminación, para los agentes encargados de velar por la legalidad medioambiental de la ciudad. Se adquirió un vehículo para los once agentes que, en un primer momento, integraron la división más ecológica del cuerpo de seguridad local y que hasta estos días tienen la potestad para emitir sanciones destinadas a aquellos vecinos que no cumplan las normas relacionadas con el medio ambiente: verter sustancias contaminantes en las aguas coruñesas, comportarse de manera incívica en las calles o sacar la basura a las horas que no corresponden.

Muy verde, por poco contaminantes se entiende, era también la unidad de policía montada. Pasaron a mejor vida -al retiro de las cuadras que la Sociedad Deportiva Hípica posee en Arteixo, nada que ver con el sacrificio- cuando el Ayuntamiento estimó que la rentabilidad del servicio dejaba mucho que desear.

Y no es que los siete equinos de la unidad se hubieran ganado el retiro dorado después de años de servicio y haberse pateado las calles en cientos de jornadas de patrulla. Más bien todo lo contrario. A Blasón, Desatino, Astulfo, Rueco, Arrogante, Casarubias y Cártago, que así se llamaban los bichos, se les pudo ver en contadas ocasiones por la ciudad, a pesar de que tenían encomendada la tarea junto a sus jinetes de vigilar los parques más importantes de la ciudad.

Más económicas que los caballos le resultan a las arcas municipales las bicicletas, y cumplen un cometido similar al, en su momento, encargado a los flamantes corceles policiales. Por eso la patrulla de dos ruedas, no confundir a partir de ahora con los Segway, subsiste desde 2006.