Prisas, impaciencia y costumbre. Esos son los motivos por los que los peatones cruzan fuera de los pasos habilitados para ellos o con los semáforos en rojo. Viandantes de todas las edades atraviesan las calles de la ciudad en cualquier punto e incluso saltan entre las medianas que dividen algunas vías como Ramón y Cajal. "Si tengo prisa cruzo siempre mal y si no la tengo, voy a los pasos de peatones. Creo que es lo que hace todo el mundo", dice convencido Ramón Fuentes, vecino de Cuatro Caminos, una de las zonas en las que los transeúntes menos respetan las normas de seguridad vial.

En el suelo de la glorieta hay inscripciones en color blanco que advierten de que uno de cada dos muertos en accidente de tráfico iba a pie. Son pocos los peatones que las leen, y los que lo hacen atraviesan igual la calle si están apurados. "Voy a trabajar y tengo mucha prisa. Además estos semáforos tardan mucho en cambiar", afirma Beatriz Nogueira después de cruzar en rojo.

"El tráfico está diseñado para los coches y nadie tiene en cuenta a los que vamos andando. Muchas veces no te da tiempo ni a pasar", denuncia Carmen Alonso, una mujer de 74 años vecina de Juan Flórez.

En cada rincón de A Coruña se observan transeúntes que cruzan por lugares indebidos. Algunos se avergüenzan de incumplir las normas de tráfico y otros se justifican, pero la mayoría se lo toma como algo "normal". Los turistas son los que más se disculpan y atribuyen a los "despistes" el hecho de atravesar mal las calles. "Somos de fuera y no sabes bien por dónde vas. Te dedicas a mirar la ciudad y no te fijas tanto. Ahora estábamos fijándonos en el tejado de esa iglesia", aseguran dos visitantes catalanes, Francisco Bernaull y Josefa Macías, mientras caminan por el medio de la plaza de San Agustín.

Ignacio salta la mediana que hay en la avenida Alférez Provisional, frente a la sede de la Delegación del Gobierno: "Suelo cruzar mal porque normalmente llevo mucha prisa", reconoce este vecino de A Coruña, que carga unas bolsas de supermercado en la mano y corre hacia su vehículo, que lo tiene aparcado. "La ciudad está pensada para los coches y no para los peatones. A veces no nos queda otra opción porque en este semáforo aunque cruces bien no te da tiempo", asegura.

Aunque los transeúntes se aseguran de que en el momento en el que van a cruzar no circula ningún coche, más de uno se asusta porque los vehículos se le echan encima. "A veces parece que vienen lejos y cuando te das cuenta tienes que correr. Es un peligro, pero es algo que creo que hace todo el mundo. El Ayuntamiento sólo tiene en cuenta a los coches a la hora de organizar el tráfico y los peatones muchas veces tenemos que dar muchas vueltas para cruzar", lamenta Mari Cruz, residente en Cuatro Caminos.

Los viandantes infringen más las normas en calles estrechas, como las que hay en Monte Alto o en el Orzán. Los transeúntes casi siempre cruzan en rojo el paso de peatones regulado por semáforo situado en la calle Sol, una situación que se repite en las plazas de A Palloza y Ourense.

Los peatones acompañados por niños o con carritos de bebés suelen cumplir las normas de circulación, aunque reconocen que cuando van solos tienen menos cuidado. Los viandantes sonríen cuando hablan de lo mal que cruzan y admiten que en alguna ocasión estuvieron a punto de ser atropellados.