Los coruñeses más veteranos recordarán que el mirador existente en el paseo de O Parrote contaba con tres piezas de artillería antiguas que asomaban entre las troneras de la muralla de la ciudad. El saber popular relacionaba estos cañones con la defensa de la plaza durante el asedio de los ingleses en 1589, por lo que la desaparición de uno de ellos hace años fue interpretada como un ultraje a la historia coruñesa.

Pero la realidad no tiene nada que ver con estos supuestos, ya que ni los cañones son originarios de la ciudad ni uno de ellos ha sido sustraído o extraviado. Las armas fueron traídas por el alcalde Alfonso Molina en los años cincuenta del castillo ourensano de Monterrei con el fin de engalanar este singular paseo y permanecieron allí hasta que en 1989 el Museo Arqueológico decidió trasladar uno de ellos a su sede del castillo de San Antón, donde no se conservaba ninguna pieza artillera que rememorara la antigua función militar de la fortaleza.

Los que continúan en O Parrote sufren en sus cureñas la acción de los agentes atmosféricos, por lo que se encuentran bastante deterioradas, una situación que ya obligó en el pasado a sustituirlas. Otro lugar de la ciudad, la calle Zalaeta, exhibe también cañones históricos en el jardín del grupo de viviendas militares que allí se encuentra y que ocupa el antiguo emplazamiento de un cuartel.