"Puedes bajar a la calle en bata y zapatillas". Éste es uno de los comentarios expresados por los vecinos de Monte Alto a los miembros del colectivo de arquitectos Ergosfera que refleja el modelo de convivencia que defienden los residentes en esta parte de la ciudad y que también explica su condición de lugar céntrico y periférico al mismo tiempo.

Esa proximidad al casco antiguo y el gran interés de los habitantes del barrio por permanecer en él hizo que el desarrollo urbanístico fuese espectacular en los últimos años, lo que derivó en un crecimiento de la altura de las edificaciones y en la ocupación de casi todos los espacios abiertos que existían.

Entre los pasados días 9 y 14 de noviembre, los integrantes de Ergosfera mantuvieron contactos con diferentes colectivos sociales de As Atochas y Monte Alto para conocer sus opiniones acerca de las posibilidades de mejorar su calidad urbanística, que ayer expusieron en un acto público realizado en la Fundación Caixa Galicia. La iniciativa forma parte del proyecto A cidade dos barrios, puesto en marcha por la delegación coruñesa del Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia y cuyas actuaciones son coordinadas por los miembros del estudio MMASA.

Iago Carro y Jorge Lamas, los arquitectos de Ergosfera que se encargaron de recoger las propuestas de los vecinos, destacaron la diferencia que apreciaron en este barrio con respecto al de Matogrande, donde llevaron a cabo un trabajo similar, ya que los residentes tienen un intenso sentimiento de pertenencia al lugar y un gran espíritu crítico que les lleva a reclamar a las autoridades medidas para su conservación.

Carro explicó que el paseo marítimo fue la obra pública más destacada en esta parte de la ciudad en los últimos años, pero que su único efecto fue aislar a los vecinos del contacto directo con el mar. También se mostró escéptico este arquitecto sobre los beneficios generados en el barrio por centros culturales como la Domus y el Aquarium, a lo que añadió el desacuerdo de los habitantes de la zona con que la antigua prisión sea convertida en un parador o un museo, ya que ellos prefieren que sea transformada en un edificio en el que se puedan realizar todo tipo de actividades y no en un nuevo "contenedor cultural", al estilo de los ya existentes. Los vecinos comentaron también .a los arquitectos la carencia de bancos y de espacios públicos cubiertos en el barrio, ya que son decisivos para la relación social, así como los problemas derivados del tráfico

Una de las actuaciones desarrolladas la semana pasada fue la ocupación de un solar del barrio para que los vecinos, incluidos los niños llevasen a cabo allí iniciativas en común. Carro y Lamas consideran que esta actividad demuestra que esta clase de espacios pueden ser aprovechados para efectuar experiencias en edificios en ruinas o en lugares sin edificar, en vez de apostar porque sean ocupados por nuevas construcciones.

Otro de los aspectos destacados por los arquitectos es la notable desconfianza de los colectivos del barrio hacia las instituciones públicas, de las que temen que se apropien de sus propuestas para después desvirtuarlas. Los promotores de este proyecto instalaron la semana pasada una estructura en la plaza de España en la que cualquier persona podía expresar sus opiniones o colocar documentos y ayer explicaron que los vecinos defienden su permanencia en el lugar, por lo que se planteará esta propuesta a los responsables de la actuación urbanística que remodelará este espacio durante los próximos meses.