Cómodos plazos para pagar las compras, organización de concursos, actividades culturales y lúdicas frente a las tiendas, premios para los clientes más fieles e incluso palabras de ánimo para propietarios de negocios en apuros. Las asociaciones que representan a los comerciantes de la ciudad tratan de hacer frente a la crisis, con más o menos fortuna, recurriendo al ingenio.

Los presidentes de las asociaciones, aunque extremadamente pesimistas ante el futuro del pequeño comercio, no quieren quedarse de brazos cruzados. La dificultad para competir en precios con las grandes superficies y el reducido caso que las administraciones públicas prestan a sus reivindicaciones han agudizado la imaginación de los comerciantes, que emprenden actuaciones de lo más variadas de las que los principales beneficiarios son los consumidores.

Cada asociación de comerciantes tiene sus propias opiniones sobre la crisis y, por ello, las medidas y actuaciones cambian en función de la zona de la ciudad a la que pertenecen las tiendas.

Los dueños de las tiendas, aunque partidarios de distintas fórmulas para combatir la crisis, coinciden al mencionar a sus principales enemigos: la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores, las grandes superficies y la degradación urbanística de determinadas calles y plazas. Conscientes de que estos factores alejan a los transeúntes de las zonas donde se encuentran sus establecimientos, las asociaciones tienen la obsesión de atraer al mayor número de personas posible a sus calles comerciales.

"Se trata de ofrecer una imagen que nos diferencie", explica el presidente de la asociación de comerciantes Zona Obelisco, Antonio Amor, sobre un proyecto para que las tiendas de este espacio urbano utilicen materiales ecológicos y se desmarquen así de las grandes superficies que, según critica, tanto daño han hecho a los pequeños establecimientos tradicionales.

Otros representantes comerciales son partidarios de actuaciones que redunden en un beneficio directo y fácilmente perceptible para los clientes. El presidente de la asociación Distrito Picasso propondrá a los comerciantes de su zona que ofrezcan a sus clientes plazos de pago más amplios.

"Lo que quiere la gente es algo tangible. Sería una buena idea comentar lo de los plazos, porque a mí me funcionó", explica Darío Piñeiro, que ha alcanzado un acuerdo con una entidad bancaria para que los clientes de su óptica puedan pagar las gafas en doce meses y sin recargo.

En la ciudad existen también asociaciones de comerciantes que parecen haber perdido la esperanza y que se resignan ante la sangría de cierres y liquidaciones.

El presidente de los comerciantes de la calle Barcelona reconoce sentirse "hundido" tras haber comprobado los resultados de las últimas rebajas y afirma que aquellos que mantengan su negocio a flote pueden sentirse afortunados. "Las rebajas han sido las peores que he visto", dice José Manuel Martínez.