Concepción García ha participado a través del Grupo Pescadería20 en el estudio sobre el centro de la ciudad cuyos resultados presentó ayer el colegio de arquitectos.

-¿Puede decirse que en Pescadería existe un verdadero sentimiento de barrio ?

-A nosotros nos interesa la lógica de las actividades ciudadanas de barrio. Cierto es que esa lógica está más representada tal vez en Monte Alto y en los barrios más populares, con más vida popular. Pero en Pescadería sí que queda. De hecho, con nuestra acción intentamos hacer un acto cotidiano como puede ser una representación de cine en la calle. No intentamos hacer ningún acto excesivamente lúdico ni ninguna actividad extraña y ajena a la vida de la ciudad. Lo que nos pareció maravilloso es que pese a los usos globalizados el barrio siga teniendo sus lógicas ciudadanas. Con ese acto cotidiano queríamos también visibilizar ese tejido urbano que está un poco olvidado.

-¿Existe entonces una verdadera conciencia común entre todos los vecinos?

-Sí que existe. Nosotros hicimos entrevistas a gente del barrio y claro que se nota una estructura ciudadana muy potente.

-¿Hay riesgo de que ese componente se pierda por la evolución de la ciudad?

-Sí, claro. Nosotros tampoco queremos dar una visión nostálgica de la ciudad tradicional atacada por la globalización, pero está claro que en esa tensión de usos globalizados frente a usos cotidianos sí que es más invasivo lo globalizado frente a lo cotidiano que a la inversa. Es como comparar el mercado de San Agustín con Palexco. Probablemente hay mucha más vida ciudadana en el mercado de San Agustín diariamente, pero las ayudas oficiales siempre son hacia otros usos.

-¿De qué manera influyen las limitaciones urbanísticas sobre el barrio de Pescadería?

-Lo que está ocurriendo en todos los centros históricos de Europa es el proceso de identificación, por el que quedan como una especie de joya potencial totalmente cauterizada porque no pueden seguir creciendo. Lo que ocurre es que se expulsa a los ciudadanos con rentas bajas que vivían allí de toda la vida y se convierte en un objeto de deseo para el mercado. De repente, donde había tiendas de ultramarinos, empiezan a aparecer franquicias muy especializadas. Esto también repercute en que los usuarios cambian y la gente de clases altas ocupa el centro. Eso es lo que está pasando en todos los centros históricos europeos. Sin embargo, en Pescadería, a pesar de que sí ocurre en las zonas más visibles, todavía conserva un tejido muy heterogéneo en el que eso no está ocurriendo. Vamos un poco por detrás, aquí todavía se considera que el centro está muy degradado o que hay problemas sociales importantes. En el caso del plan general, no se establecen políticas excesivamente sensibles. No por nada, sino porque el urbanismo está interesado en estrategias económicas más potentes. Sí que hay un tema importante en el plan en relación a Pescadería que es la desamortización del puerto en favor de áreas residenciales. Ese punto en concreto del plan general es muy importante en relación al centro de la ciudad.

-¿Existe también un sentimiento de pertenencia al barrio entre los vecinos como en otros lugares de la ciudad?

-Hay orgullo de pertenencia. La gente de Pescadería es consciente de dónde vive, de que vive en un sitio muy especial, pero la sensación que tiene es un poco de pérdida. Es también un sentimiento de estupefacción sobre hacia dónde se va. Hubo testimonios muy claros en este sentido, por ejemplo reclamando el pequeño comercio.

-¿Han notado algún tipo de rivalidad entre la Ciudad Vieja y el resto del barrio de Pescadería?

-No lo hemos estudiado en profundidad, pero sí que es una característica de todo el área centro la heterogeneidad del tejido urbano. Eso afecta también a la vida ciudadana. Son muy distintos los usos ciudadanos de Ciudad Vieja y los de Pescadería. Incluso dentro del tejido Pescadería hay zonas muy heterogéneas: lo que es playa del Orzán y Riazor y lo que es la dársena, el puerto. Es una cosa maravillosa lo que cambia el tejido urbano en poco más de cien metros.

-¿Existe algo parecido al centro de la ciudad y a Pescadería en otros lugares de España o de Europa?

-Sí. Nosotros creemos que los procesos son muy similares en todas partes. Lo que pasa es que lo que diferencia a unas ciudades de otras es quién va por delante o por detrás en los procesos económicos. En A Coruña, si seguimos con esta inercia, ganará lo globalizado frente a lo local. Luego, al final, el mercado te acaba vendiendo también lo local, no lo borra de un plumazo. Te lo vende como una postal turística, que es lo que a nosotros no nos gusta. Esos centros históricos convertidos en parques temáticos creemos que tampoco son una solución o una vía.