El Ayuntamiento defiende la instalación de los bolardos para la peatonalización de la Ciudad Vieja, pese a que no sirvieron para nada, a que se deterioraron "al no estar operativos" y a que la Unión Europa ha obligado a devolver una ayuda de 193.000 euros concedida hace ocho años para este proyecto. El Concello asegura ahora que las obras se ejecutaron "correctamente" y que toda la tramitación del expediente fue "impecable".

Carmen Marón, responsable del departamento de Hacienda y portavoz municipal del PSOE, que en 2002 gobernaba A Coruña con mayoría absoluta, negó en el pleno que el Ayuntamiento cometiese algún error en el proyecto de peatonalización del casco histórico. "Cuidamos y mimamos hasta el último céntimo", afirmó la concejal socialista, pese a que la instalación de los bolardos -retirados de las calles el año pasado- ha costado a las arcas municipales 469.000 euros, es decir, los 276.000 euros que han costado los aparatos y los 193.000 que se han devuelto a la Unión Europea tras una investigación de la Oficina de Lucha contra el Fraude de la Comisión Europea. Para reembolsar los 193.000 euros, el Concello optó por renunciar a una parte de las subvenciones comunitarias por el importe exacto.

En ningún momento del pleno, el Gobierno municipal, que ya calificó hace tres semanas de "pecata minuta" el dinero a devolver en comparación con las obras del parking de O Parrote, asumió que la instalación de los bolardos fue un error, pese a que tampoco existía un acuerdo con los vecinos para la peatonalización del histórico barrio: "Las obras se ejecutaron correctamente. Se hizo una auditoría de las habituales de la Intervención General del Estado. Todo fue correcto: contratación, contabilidad, financiación y justificación del gasto; un trámite impecable", argumentó Carmen Marón.

Lo que no aclaró el Concello es por qué instaló cinco puestos de control de acceso a la Ciudad Vieja para luego no utilizarlos: en las calles María Barbeito, Tabernas, Isabel López Gandalla, Herrerías y en la plaza del general Cánovas Lacruz. La concejal de Hacienda defendió que los bolardos funcionaron a pruebas pero que se deterioraron "al no estar operativos".

Las explicaciones no convencieron a la oposición. El PP sostuvo en el pleno que el proyecto fue un "cúmulo de trapalladas" y que gastaron "casi 500.000 euros" en una "inutilidad" porque el Ayuntamiento carecía de un plan para la peatonalización del barrio. "Había un dinero y compraron como el nuevo rico que se encapricha con algo", lamentó la edil Isabel García Vila.

La reclamación de la Oficina de Lucha contra el Fraude se produjo a raíz de la denuncia de un particular, que se quejó ante la Unión Europea de que el Ayuntamiento retiró el año pasado un sistema de control de acceso a la Ciudad Vieja que nunca llegó a funcionar.

El bipartito evitó el debate por la vía de urgencia de las tres mociones del Partido Popular. En una de las iniciativas, la oposición abogaba por la puesta en marcha de un plan de rehabilitación de la Ciudad Vieja, por la "inmediata" peatonalización del barrio, por ejecutar el proyecto para convertir La Marina en un gran bulevar -con parking y el tráfico enterrado- y por buscar una solución con la Autoridad Portuaria para O Parrote.

Cuando la portavoz socialista defendió la instalación de los bolardos en el casco viejo, fue incapaz de dar una fecha para la peatonalización del casco histórico. Marón se limitó a decir que el proyecto, comprometido desde 2002, se aprobará por consenso: "Será ordenada y dialogada con los vecinos".

En las otras dos mociones presentadas por el PP se exigió al Concello que negocie con el Ministerio de Fomento para agilizar la ampliación de la pista de Alvedro y para desbloquear el enlace con la autopista AP-9; y que aclare cuándo pondrá en marcha su plan de tráfico para la apertura de Ikea.