"Todo promesas incumplidas". Así resumen los habitantes del poblado de As Rañas, cercado por los polígonos industriales de Pocomaco y A Grela, en qué ha quedado el proyecto de rehabilitación del barrio, paralizado por el Concello sin que a los vecinos le hayan ofrecido ningún tipo de explicación.

Tras la visita de Arquitectos sin Fronteras, que ha elaborado un demoledor informe sobre la situación del poblado y la actuación del Ayuntamiento en él -"las intervenciones que ejecutó el Concello fueron intermitentes, discontinuas, con una carencia total de organización y planificación"-, los vecinos de As Rañas, todos pertenecientes a la familia Gabarri Borja, insistían ayer en que de las 19 viviendas incluidas en el Plan Municipal de Erradicación del Chabolismo para As Rañas tan sólo se ha actuado en seis y que en las 13 restantes "ni han empezado".

"Hace un año que dejaron de trabajar y no vienen. Todo promesas incumplidas. Los únicos que nos han ofrecido su apoyo son Arquitectos sin Fronteras", comentaba uno de los residentes en el poblado, que recuerda: "Esto es nuestra propiedad". De hecho, y según se recoge en el informe de la ONG, el poblado de As Rañas se originó en 1986, tras el desalojo de las familias de la zona de A Cubela, junto a la estación de autobuses, para la construcción de una gran superficie comercial. Fue entonces cuando el matrimonio Gabarri-Borja decidió comprar una finca en la periferia del núcleo rural de As Rañas y asentarse en ella.

Esther Gabarri Barrul es una de las vecinas del poblado. Reside junto con su familia en una infravivienda que comparte muro, agrietado, con una nave casi en ruinas. La misma nave que, según vaticinaba ayer otro vecino, "se va a caer". "Ellos ya vinieron a ver la casa. Llamamos a Santiago Cirugeda (el arquitecto que se encarga del proyecto) y reconocieron que había peligro de derrumbe", cuenta.

Explica que por ahora sólo han desalojado una vivienda, de una de sus hermanas y también por peligro de derrumbe. "La realojaron en Arteixo, pero lo está pasando muy mal. Aquí vivimos de la chatarra y es aquí donde tiene a sus hijos empadronados y donde van al colegio, así que tiene que hacer muchos viajes", comenta Esther. A ella también le ofrecieron la posibilidad de realojarla, pero no aceptó. "Ellos pagan, pero tú tiene que poner unos 100 euros (al mes) que yo no tenía. Entonces me dijeron que mi casa no la iban a tocar, que o me iba al piso o esperaba. Cuando me caiga encima espero que no estén mis hijos para verlo y tengo gente que estaba presente para contarlo y denunciarlo", advierte. Los vecinos piden al Concello que "termine las casas que faltan". "Lo estamos pasando muy mal", comenta uno de ellos. Sobre todo con el mal tiempo. Esther cuenta como han caído ya sobre su casa varias tejas de la nave contigua. "Cuando hace mucho viento me voy con mi hermana. A uno de mis niños lo llevo al psicólogo, tiene traumas por el aire, aunque le expliques que no le va a pasar nada", cuenta. Y si no es el aire es el agua, que se acumula en otra de las obras a medio hacer : un muro bajo de hormigón a escasamente un metro de la parte posterior de las viviendas cuya función, en teoría, era la de proteger las casas.