Dicen que después de la tormenta llega la calma y parece que, una vez finalizadas las obras, sucede lo mismo. Los ensayos del nuevo plan general, en revisión y todavía sin aprobar, han dado mucho que hablar entre los vecinos que vivieron más de cerca los trabajos de confección de bulevares y corredores verdes. El parecer de los ciudadanos sobre el resultado de un trabajo de meses sobre las que ahora son, según el alcalde, "calles más humanas", es variopinto. Tanto en General Sanjurjo como en otras intervenciones como la de Pablo Picasso y Orillamar, representantes del Concello tuvieron que acudir a los barrios para calmar los ánimos e introducir modificaciones en virtud de la presión vecinal, a pocos meses vista de las elecciones. La supresión de aparcamientos es la protesta más general.

Mientras unos gozan de tener metros y metros para pasear sobre las aceras y eligen sobre qué tipo de banco quieren sentarse a descansar, otros se ven obligados a levantar el pie del acelerador y accionan el claxon hasta ser conscientes de que el culpable de las retenciones es un conductor de bus que hace su trabajo dejando y recogiendo pasajeros en una parada sin retranqueo.

"Los vecinos están contentos porque las avenidas se han humanizado con la disminución del tráfico y del ruido", explica la presidenta de la asociación de Oza- A Gaiteira-Os Castros, Margarita Santiago, convencida de que la calidad de vida de quienes residen en las inmediaciones de la avenida General Sanjurjo "ha mejorado". Aunque dice ser consciente de que "la gente se queja por la falta de plazas de estacionamiento", señala que "aparcamientos hay los que tiene que haber porque los barrios no tienen que estar llenos de coches".

Santiago reconoce que "es cierto que muchos comerciantes se han quejado porque temen que sus ventas mermen a causa de la disminución del paso de coches", pero subraya que "nada imposibilita comprar". "Lo que no se puede es pretender tener coches ocupando espacio durante las 24 horas del día", apostilla. Lo cierto es que el nuevo bulevar de General Sanjurjo ha traído consigo, como toda intervención urbanística, opiniones de todo tipo en función de las necesidades de cada ciudadano. "Todo se puede mejorar y siempre queremos más, pero si comparamos la situación anterior con la actual, la verdad es que salimos beneficiados", concluye la representante vecinal.

Si en una inauguración fueron características las pitadas de parte de los residentes fue en la del corredor verde de la calle Pablo Picasso. La falta de plazas de aparcamiento, un carril bici que no satisface a todos y badenes "exagerados" en los pasos de peatones centraron las críticas vecinales, aunque la palma se la llevó la confusa ubicación de las paradas de autobús provisionales y de la escasa accesibilidad para personas con movilidad reducida durante las obras.

El presidente de la Asociación de Vecinos O Birloque-Os Anxos-San Cristovo das Viñas, Ramón Mañana, asegura que, con las obras finalizadas, "la gente parece tranquila y no habla tanto del tema como antes". Sin embargo, la calma no hace el olvido y el representante vecinal tiene claras las asignaturas pendientes, en muchos casos "prometidas", que el Ayuntamiento tiene en la zona. "Falta la marquesina que prometieron para que la gente espere tranquila el bus, terminar la entrada de San Cristóbal, ubicar la parada de taxis, ubicar cincuenta nuevas plazas de aparcamiento y asfaltar las antiguas", resume el portavoz vecinal.

Pese a las deudas municipales, Mañana considera que, ahora, Pablo Picasso "es más seguro para todos y tiene muchos más sitios donde pasar el tiempo libre". "Ojalá todos los barrios estuvieran así de iluminados y tuvieran tantos bancos como el nuestro", apunta el presidente de Os Anxos convencido de que "lo único que sobra en el nuevo corredor es un carril bici de poco más de doscientos metros que hace peligrar la seguridad de quienes se bajan de los autobuses".

El corredor verde de Orillamar también trajo cola durante su ejecución. La cercanía del paseo marítimo y de la calle de la Torre hizo, a muchos, considerar "innecesaria, incómoda e inútil" la peatonalización de la vía. Sin embargo, el hecho de ver marcharse a operarios y excavadoras también parece haber tornado en tranquilidad la polémica generada durante meses en el barrio. El presidente de la Asociación de Vecinos Atochas-Monte Alto-Torre de Hércules, José Ucha, confiesa que, "personalmente", le gusta cómo ha quedado la zona, aunque admite que "desde un primer momento, los residentes se quejaron de la estrechez que el proyecto asignaba a la calzada y de la eliminación de plazas de aparcamiento".

A falta de corredor verde que analizar en el Ensanche, vecinos y comerciantes insisten en su descontento con el carril bus. El presidente de la asociación vecinal, Gerardo Crespo, denuncia que la instalación de este vial "se ha sumado a la crisis económica actual mermando aún más el negocio de la zona".

"Este carril supone, además, una gran inseguridad derivada de la velocidad de los autobuses que circulan pegados a las aceras", apunta Crespo, al tiempo que propone "soterrar un poco el tráfico en Juan Flórez", algo así como un cuarto corredor verde, que merme la alta densidad de circulación.