En la inauguración de la plaza Fábrica de Tabacos, el 27 de marzo de 2010, el entonces alcalde, Javier Losada, reconoció haber elegido ese nombre para el naciente espacio público con el fin de que las nuevas generaciones "recuerden la existencia de las emblemáticas instalaciones" de la factoría de las cigarreras. Sin embargo, a este paso, la fábrica, además de emblemática, será conocida como destartalada por quienes la observan desde que cerró sus puertas en enero de 2001. Musgo en paredes y tejado, zarzas bajo portalones oxidados y revestidos con telas de araña, grandes ventanales con cristales rotos y barrotes que amenazan con irse al suelo... El edificio de la antigua tabacalera de la Palloza se disfraza de verde y la pintura de su fachada cae a trozos mientras espera por la ejecución de un proyecto que no ha hecho otra cosa que cambiar desde hace seis años.

El reloj de la fachada principal de la antigua Fábrica de Tabacos continúa marcando las siete y veinte y el interior del inmueble conserva carteles sellados por los sindicatos que protestaron por un cierre que dejó en la calle a 220 trabajadores, 121 de los cuales eran mayores de 55 años. Poco más se conserva en el edificio tal y como estaba cuando el Ministerio de Trabajo dio luz verde a Altadis para su reestructuración en España. Quienes entraron hace unos meses para filmar una escena del rodaje de La condesa rebelde, Emilia Pardo Bazán recuerdan que "lo único que, aparentemente, se encuentra en buen estado son las escaleras principales de madera con azulejos blancos y azules a los lados". El resto, "mucho polvo acumulado y restos de la factoría".

En el exterior la cosa es parecida. Se salvan las tres campanas, la veleta y el reloj que presiden la que fuera la sede de Correos Marítimos de las Indias entre 1766, cuando comenzó la construcción del complejo por orden del rey Carlos III, y 1802, cuando su sucesor trasladó la sede a Ferrol. Dos años más tarde, el inmueble se convirtió en el lugar de trabajo de las que el catedrático Luis Alonso Álvarez definió como tejedoras del humo en uno de sus libros y hoy, diez años y medio después del cierre, el lugar da "pena" a todo aquel viandante que lo rodea.

Si cuando la factoría de las cigarreras estaba en auge una sirena se encargaba de advertir, a trabajadores y vecinos, del comienzo de los turnos laborales, ahora es un gato el que vigila la puerta. "Abuelo, ¿qué es esto?", preguntó ayer un niño señalando la entrada del edificio. "Aquí antes trabajaba mucha gente y ahora hay familias de gatos que toman el sol en la puerta", respondió el hombre a su nieto. "Qué pena", lamentó el muchacho.

"Llevamos ocho años con la fábrica ahí esperando una reforma. Hay un momento de 2006 en el que viene la ministra Trujillo (por la que fuera ministra de Vivienda entre 2004 y 2007, María Antonia Trujillo) a poner la primera piedra y nos anuncia que en 2010 estará acabada -entonces se proyectaba un complejo residencial para el que se derribó el muro que daba a la calle Ramón y Cajal-. No hay segunda piedra y está (el inmueble de la antigua Fábrica de Tabacos) más en ruinas que nunca". Así resumió ayer el estado de la extabacalera el alcalde, Carlos Negreira, en la emisora de una radio local.

El PSOE, el BNG y Esquerda Unida se opusieron hace dos días a la decisión del Gobierno municipal de ceder de forma indefinida el edificio de Tabacos a la Xunta, que en un principio anunció que 3.000 metros cuadrados, de la superficie total de la parcela, no eran necesarios para su proyecto de rehabilitación y que quedarían en manos del Ayuntamiento. Negreira, sin embargo, incidió ayer en que el nuevo acuerdo, que obviamente sí fue aplaudido por el juez decano, "es beneficioso para todos".

"Hemos constatado las necesidades judiciales que tenemos y, si la Xunta quiere cambiarlo, automáticamente quedará para el Ayuntamiento. Está claro que el Ejecutivo gallego paga toda la rehabilitación, con el 75% para usos judiciales y 3.000 metros cuadrados a decidir por el Gobierno local. Y gratis", sentenció el regidor, dejando claro que las arcas municipales no tendrán que hacerse cargo "de los cinco o seis millones de euros que quería cobrar (la Xunta) al Concello por tener esa parte de la superficie".

El debate político continúa, esta vez con los dirigentes de María Pita y San Caetano de acuerdo y con las tres fuerzas de la oposición local en contra, mientras quienes pasean por la Palloza comentan el paisaje de la cara suroeste de la plaza. Un edificio emblemático que luce maleza y portalones oxidados al frente; ventanales destruidos y cables sueltos en el lateral derecho; huecos tapiados y los restos de uno de los escudos de la Armada en la fachada trasera; y más maleza, repisas en ruinas y vallas de obra deterioradas al paso de los vecinos por la avenida del Ejército.