El Ayuntamiento condiciona el proyecto de rehabilitación de la antigua prisión provincial al desarrollo del plan especial de la Torre de Hércules y es que el alcalde, Carlos Negreira, asegura que no se hará una intervención aislada en el edificio, sino que su puesta a punto estará ligada a lo que se haga en O Parrote y en el faro romano.

El proyecto especial de la Torre es un documento que se recoge en el plan general, aunque podría aprobarse antes de que el planeamiento total reciba la luz verde, según fuentes municipales, durante el verano del próximo año.

El Gobierno local contestó ayer con esta idea de "proyecto global" a la pregunta oral formulada en el pleno por el Bloque sobre el futuro de la antigua prisión provincial. Tan solo unos minutos después de su finalización, Negreira, repitió este argumento en las puertas de la cárcel, en la visita guiada que el colegio de arquitectos organizó para conmemorar el día de la arquitectura que, este año, se dedica a los edificios que guardan relación con los derechos humanos. En A Coruña, se decidió homenajear a una cárcel que se cae a pedazos pero que guarda todavía ese aura de lugar oscuro que asustaba a los niños, que, sin conocer qué sucedía dentro, sabían que no era algo bueno.

No están de acuerdo con esta decisión de retrasar la apertura de puertas del penal ni el colectivo Proxecto Cárcere ni el presidente de la delegación coruñesa del colegio de arquitectos, José Manuel Mihura, que creen que la rehabilitación del edificio es urgente porque, cada día que pasa, el deterioro de la infraestructura se hace mayor. No en vano, pocos son ya los cristales que siguen intactos, la mayoría está en el suelo, hecho añicos.

En esta discusión sobre si la cárcel necesita o no una reformulación urgente, el catedrático de Historia da Arquitectura e Urbanismo, José Ramón Alonso, toma partido no tanto por la prisa, sino por el respeto a la estructura arquitectónica de la cárcel. Cree el profesor que, si se eliminan las galerías y los pasillos por hacer algo funcional, por dar una respuesta "social", las generaciones futuras podrían "añorar el modelo arquitectónico".

"El discurso del alcalde y de la plataforma es casi el mismo, aunque no lo parezca. No pedimos la cárcel para nosotros, la queremos abierta para todo el mundo, que alguien que tenga una idea pueda contar con un espacio para desarrollarla", explica Sandra Seoane, una de las integrantes de la plataforma Proxecto Cárcere, que se queja de que la semana pasada el colectivo mantuvo una reunión con la concejal de Cultura, Ana Fernández, y que salió con la sensación de que la prisión no era una prioridad para el Gobierno local. "Hablan de la crisis, pero se puede destinar una partida para la cárcel, igual que se hace para quitar el carril bus", explica Seoane. El colectivo realizó una performance en la visita guiada para pedir al alcalde la rehabilitación del penal.

Sin cristales en el puesto de vigilancia del proyecto familiar

Bajo la cúpula de la cárcel había un puesto de vigilancia acristalado. Solo quedaba ayer su estructura, los cristales se habían roto. Este espacio, según el arquitecto José Ramón Soraluce, es el que define el tipo de edificio que es la antigua prisión provincial. Es panóptico. Desde un cuerpo central salen tres brazos que están comunicados por el puesto de vigilancia. Este tipo de centros penitenciarios se popularizó a finales del siglo XVIII, gracias a la familia de arquitectos Aranguren, que fueron los creadores también de la cárcel coruñesa, aunque, según el profesor José Ramón Alonso Pereira, no está claro si fue el padre o el hijo el que proyectó el edificio.

Una red bajo la cúpula para evitar el desplome de materiales sobre el patio central

El deterioro del edificio de la cárcel ha obligado a que entre la cúpula y el suelo del patio central, desde el que se puede llegar a todos los brazos de la cárcel, haya una red. En ella, hay restos del techo, pero también un cubo que alguien ha tirado y dejado allí. La cúpula no es muy alta, según los profesores Soraluce y Alonso, aunque sí bastante ancha.

Los presos la llamaban "el hotel" cuando los trasladaron

Antes de que se abriese la prisión provincial, en 1927, el penal estaba en O Parrote, donde ahora se está el hotel Finisterre. Esa cárcel funcionó 250 años y en ella se hacinaban hombres, mujeres y hasta puede que niños, según el profesor Alonso. En las mareas vivas, las celdas se inundaban, por lo que, cuando los presos fueron trasladados a Monte Alto, le llamaban "el hotel". No era una cárcel masificada en los primeros años de su funcionamiento y tampoco era excesivamente grande. Todo cambió con el inicio de la Guerra Civil y con la dictadura, que llenó las celdas de presos políticos.

La estructura, un signo de identidad que muchos quieren conservar intacta

El profesor Alonso aboga por conservar la estructura arquitectónica del edificio y por no permitir que, en A Coruña, por "darle un uso", se renuncie a su siniestralidad y a todo lo que encierra el penal. No quiere un parque temático de la cárcel, pero tampoco perder todo lo que significa, como pasó en Vigo, que el antiguo edificio de la prisión ahora alberga el museo de arte contemporáneo de la ciudad.

Celdas especiales para penados poco comunes, como los alcaldes

No estaban aislados solo los más peligrosos de los presos, los profesores Soraluce y Alonso explicaron ayer que la prisión provincial contaba también con celdas especiales para penados poco comunes, como los alcaldes. Por los pasillos y los patios de la cárcel se pueden ver carteles que anuncian que, durante los 70 años que tuvo internos el centro penitenciario, hubo peluquería y vida de paredes para dentro. La cárcel funcionó hasta 1998. De aquella época quedan todavía algunas zapatillas de los presos, bocetos y pósters en las paredes.

El paso del tiempo y las actividades realizadas dejan escombros en las dependencias

Algunas de las dependencias de la cárcel, las celdas, los almacenes, la sala de cacheos, la cocina y hasta la del vis a vis se han convertido en contenedores de escombro. Las actividades realizadas durante estos años de cierre, también las incursiones de los vándalos y el paso del tiempo han dejado su impronta de desorden en la cárcel.