Cincuenta años después de publicar su "Diccionario de dudas y dificultades del idioma", Manuel Seco ha actualizado íntegramente esta útil obra, que pretende resolver las mil pequeñas dudas que se le presentan al hablante. Y lo hace sin caer en la corrección política tan frecuente hoy día. El autor, académico de la Lengua desde 1980, huye de lo "políticamente correcto" y aconseja decir "Generalidad de Cataluña", y no "Generalitat", cuando se habla o escribe en castellano y también decir "País Vasco" y no "Euskadi" o Gerona, Lérida, La Coruña y Orense, en lugar de "Girona", "Lleida", "A Coruña" y "Ourense".

"Lo políticamente correcto contribuye a fastidiar el idioma", asegura en una entrevista con EFE el autor, que, aunque es académico de la Lengua desde 1980, no duda en contradecir la normativa académica cuando lo ve necesario, convencido de que la Academia, "institución humana y no divina, no gobierna la lengua".

"La Academia no tiene siempre la dignidad que debería tener. Muchas veces guarda silencio y no debería guardarlo", sostiene el autor de este famoso diccionario, presente en muchos hogares españoles y del que se han publicado once ediciones y numerosas reimpresiones a lo largo de estos años.

Seco, uno de los lexicógrafos españoles más destacados, ha "revisado a fondo" las entradas del diccionario para la edición que ahora publica Espasa, una de cuyas novedades es que muchos de los ejemplos están entresacados de los escritores hispanoamericanos más destacados que, asegura, "en algunos aspectos son mejores que muchos escritores españoles".

También ha enriquecido su diccionario "con otros temas que merecían una respuesta fundamentada y de cierta contundencia", dado que "en los últimos años han proliferado periodistas y gramáticos improvisados que se dedican a resolver las dudas de la gente, y a veces inventan soluciones que no tienen fundamento histórico ni real".

Y pone un ejemplo: la locución "en olor de" ("murió en olor de santidad"), no debe confundirse con "en loor de", que equivale a "en elogio de" ("escribió un libro en loor de Zumalacárregui"). Algunos de esos "gramáticos improvisados" las confunden, insiste.

El diccionario está centrado en el español de España, "cuyos hablantes lo necesitan no menos que los americanos, sobre todo en estos últimos tiempos en los que la enseñanza ha caído verticalmente y es un desastre", asegura Seco.

En un país, como España, con cuatro idiomas cooficiales, Seco arremete contra "la presión suicida" que ejercen algunos gobiernos autonómicos "contra el uso normal" del castellano, la lengua "común de toda España y de gran parte de América".

En este sentido, recomienda decir "Generalidad de Cataluña", y no "Generalitat", cuando se habla o escribe en castellano. Como, en esos casos, también habría que decir "País Vasco" y no "Euskadi"; Gerona, Lérida, La Coruña y Orense, en lugar de "Girona", "Lleida", "A Coruña" y "Ourense".

"Lo políticamente correcto" ha llevado a que el Parlamento nacional declare oficiales esos topónimos, algo que, en opinión de Seco "no tiene sentido" porque "ese mismo respeto hacia lenguas distintas al castellano podría mantenerse respecto a otras: ¿por qué no decir entonces London?"

"Lo políticamente correcto contribuye a fastidiar el idioma", asegura Seco, partidario de decir "gitano" o "negro" cuando haga falta hacerlo. "Estamos haciendo malditas determinadas palabras que no lo han sido nunca".

En la introducción, este lexicógrafo critica a "una venerable institución" (en clara alusión a la Real Academia Española) por no citar la obra de Seco como fuente del "Diccionario panhispánico de dudas", aunque haya coincidencias entre ambas.

"Me hubiera gustado que hubieran sido más discretos en la imitación", pero "se consideran con derecho a saquear a los demás", afirma.

También critica con contundencia las reformas introducidas en la última edición de la Ortografía, de 2010, y se subleva contra la supresión de la tilde en palabras como "guion", "fie", "hui", "riais" que, según la RAE, son monosílabos en las que no existe hiato -aunque la pronunciación así parezca indicarlo- sino diptongo o triptongo. "La Academia está errada y siembra con ello la confusión", añade.

En cada una de las entradas Seco suele recomendar el uso "más normal", pero a veces sí afirma que algo es incorrecto, como decir "andara" por "anduviera", "por mucho que Camilo José Cela lo emplee en una de sus obras".

También se suele producir confusión con el verbo "caber", usado por la gente en dos sentidos antagónicos. Uno de ellos equivale a "ser posible" ("caben todas las conjeturas"), y el otro a "ser preciso" ("cabe recordar que el público no va al teatro..."), pero este último uso no es correcto.

Otro caso que Seco considera "una batalla perdida" es la distinción entre "deber" y "deber de". El primero significa obligación y el segundo, probabilidad. Hay escritores que "los confunden siempre" y otros que optan por "deber" (sin "de") en las dos significaciones.

En la duda es mejor decir "deber" a secas, concluye.