Han pasado tanto miedo en la vida que lo han perdido. Juventina López y Damián Vail son dos activistas del movimiento de recuperación de la tierra en Guatemala. Son indígenas y saben que solo desde la formación, desde el conocimiento, el desarrollo y el respeto por su pasado podrán tener en sus manos lo que nunca debió dejar de pertenecerles.

Están en A Coruña porque trabajan con Arquitectos Sen Fronteiras en proyectos que les llevan a hacer de las tierras en las que han sido reinstalados un hogar. La asociación les ayuda en la construcción de casas y escuelas. Ellos se encargan de habitarlas, de mantener el orden y de sacarles todo el provecho que pueden. Tienen muchos sueños y, algunos, a fuerza de trabajo, ya cumplidos. Les gustaría que los indígenas y los campesinos tuviesen más poder, más representación en los ayuntamientos y en las altas esferas, aunque su filosofía es no discriminar a nadie, porque a ellos no les gusta que les aparten. Esta tarde, a partir de las 20.00 horas, contarán sus experiencias en la Casa Casares Quiroga.

Damián se dio cuenta de que necesitaba más formación, porque había "palabras que no entendía" y eso le hacía estar en inferioridad frente a los que defienden que los indígenas no tengan la tierra que heredaron de sus antepasados. Ahora ve con ilusión el instituto de su comunidad porque los jóvenes pueden seguir formándose y conocer su historia.

Juventina nació con la revolución y la lucha por la tierra, sus padres estaban en el movimiento y ella creció con él, vivió el racismo porque la realojaron en una comunidad que no la veía como una igual, así que ahora, sueña ya con la siguiente generación, con la de los jóvenes que saldrán del instituto y podrán ir a la Universidad y formarse como maestros y enseñar a los pequeños de su comunidad en la lengua de sus ancestros y en español.

Dicen que cada golpe les hizo más fuertes, que cada mala contestación que recibieron les animó a seguir adelante y quieren sembrar el espíritu de lucha entre los campesinos y los indígenas. Su ilusión es tener una radio que lleve su mensaje allí donde sus voces no llegan para que la concienciación suba entre la población y el movimiento se fortalezca de una manera pacífica porque siempre se han querido desmarcar de la guerrilla.

En su comunidad tienen una planta de fabricación de tejas y bloques con los que se construyeron las casas y las escuelas. Confían en que son ellos y sus manos los pilares de su futuro.