Maletas que vuelven a la vida, que estaban viejas y deterioradas y reciben tantos tratamientos que parecen nuevas otras vez; cómics olvidados que se convierten en complementos, tocados que estuvieron en Cibeles; cuadros que no tienen ni una gota de pintura sino que están hechos con lejías y vidrios tratados con técnicas de cerámica son algunos de los nuevos inquilinos de las habitaciones del hotel Hesperia de Juan Flórez. Forman parte del Mil a gritos Showroom, una iniciativa que lleva las piezas de diseñadores y artesanos de España y Portugal a lugares en los que no suelen estar expuestos al público, las camas de un hotel

El mercado urbano navideño Mil a gritos abrió ayer sus puertas en el hotel Hesperia Coruña y se despedirá hoy de las habitaciones coruñesas. Su horario de apertura es de doce de la mañana a ocho y media de la tarde y, además de los 16 cuartos ocupados con las firmas de ropa, de diseño y de complementos, habrá actividades como un taller infantil para los niños que visiten la exposición de doce de la mañana a una de la tarde. Realizarán una muñeca de 1,70 metros de altura con piezas hechas con cajas de pescado recicladas (el sistema Lupo). No será un diseño al azar el que tendrán que conseguir montar, sino la imagen del Mil a gritos, una muñequita con coleta, falda, flequillo jersey de pico y bolso. A las 13.30 horas habrá una sesión vermú con el grupo Los Eternos y, de 17.30 horas a 18.30 horas, los niños volverán a ser los protagonistas. Las visitantes que lo deseen podrán recibir asesoramiento de imagen gratuito de Deluxe estilistas, Espe Nieto y Tu Maquilladora. Habrá también una exposición de ropa de tiendas de la ciudad.

Silvia Sánchez es de Vigo, montó la firma de ropa Lechanelas y es la primera vez que expone sus creaciones en un hotel. "Prefiero venir sin muchas expectativas porque después, si no vendo nada, es una depresión y no puede ser", explica. Muchos de los creadores que asisten a este mercadillo especial están de acuerdo con Silvia, se dejaron en sus estudios las esperanzas de volver sin mercancía y prefieren enriquecerse de la experiencia de haber participado en algo diferente, aunque, como siempre, el objetivo es vender y hacer contactos.

Alba y Javier hacen ilustraciones con lejía, capturan momentos de la vida y los plasman en cartón sin más color que el carcomido que deja el desinfectante en la superficie. "¿Nunca te ha pasado ponerte a limpiar con un pantalón negro que te gusta mucho y salpicarlo de lejía y que se te estropee? Pues yo le he dado la vuelta y pinto retratos con esa técnica", explica Javier de la Rosa, que trasladó a la habitación su estudio de Milicia Gráfica. "Como tenemos mucho que hacer nos pondremos a trabajar para que la gente nos vea", cuenta. Patricia y María, de Mila Marcé y Dorita's Place, hacen complementos y recuperan maletas gastadas poniéndoles cómics antiguos en las tapas. Su meta es poder hacerlo a tiempo completo, pero, por ahora, han de combinar estas actividades con trabajos a media jornada para resistir. Vicky Wilson, de Vickö, sin embargo, lleva ocho años trabajando con el vidrio y ha conseguido vivir de ello, su hermana, de Achiras Indumentaria, también ha conseguido hacer de sus estampados y su manera de entender el diseño, su profesión.

Janet Schulz hace tocados y sombreros, todo a mano. Trabajó para la firma de novias Franco Quintáns y algunos de sus diseños estuvieron en la pasarela Cibeles, apuesta por los colores mostaza, granate y ocre para este invierno. Pero no todo es ropa y adornos para las manos y la cabeza, en la habitación 218 está el fotógrafo Carlos Hace Fotos, que asegura que es "muy accesible" y que hace "de todo" y Oitenta, que tiene colgadores con forma de cabeza de vaca y revisteros para pegar en la pared.