El Centro Atención Hogar de Cáritas, que realiza intermediación entre demanda y oferta en el servicio doméstico, alerta de una caída en las peticiones de este tipo de trabajadores porque el aumento de personas en situación de desempleo hace prescindir a las familias de este tipo de ayuda. Hasta un 80% ha disminuido el número de solicitudes recibidas en los últimos años -que suelen rondar las 300 anuales- porque o bien los hogares no pueden costear el servicio o porque prefieren realizar estas labores y ahorrar el dinero -que, de media, está entre los 100 y los 200 euros mensuales- para otras cuestiones. El paro provoca la disminución de estas contrataciones y, como consecuencia, aumenta el número de personas dispuestas a limpiar casas por horas. Hasta hace pocos meses, explican tanto en Cáritas como en el sindicato Comisiones Obreras, la oferta la componían, básicamente, mujeres extranjeras, pero ahora las españolas también buscan este tipo de trabajos. "Hay chicas con estudios que están buscando trabajos en comercios, para cuidar niños y para limpiar", explica la secretaria de Política Social y Seguridad Social del sindicato en Galicia, Adela Poisa.

Este tipo de empleo también forma parte de la economía sumergida ya que, a 31 de octubre, solo 5.304 personas cotizaban en el régimen especial del hogar en A Coruña, la provincia con una cifra mayor de toda Galicia. No existe un cálculo de cuántas mujeres pueden realizar estas labores sin estar reflejadas en el sistema, pero si hasta ahora no era obligatorio que los empleadores cotizaran por estas trabajadoras cuando el contrato fuera de menos de 20 horas semanales, a partir de enero será obligatorio para todas, y estarán enmarcadas en el régimen general de la Seguridad Social. Una situación que, a falta de ponerse en práctica, tiene dos lecturas.

Desde Comisiones Obreras consideran el cambio en la legislación de "gran avance", ya que las empleadas tendrán más derechos reconocidos, y aseguran que no significará un coste excesivo para las familias que contraten este servicio. Por ejemplo, una nómina de 300 euros mensuales supondrá una aportación de 64 euros, que asumirá en un 18% el empleador y en un 2% los trabajadores. A cambio, se mejora el régimen de descansos o el cobro de bajas por enfermedad.

Por el contrario, muchas empleadas del hogar temen que la modificación repercuta en sus salarios, bajándolos para compensar la cotización o que no se cumpla la ley y se mantengan los trabajos al margen del sistema. Cáritas realizará, a partir del mes que viene, un seguimiento más específico de las contrataciones para que todas cumplan la legislación y Comisiones Obreras realizará charlas a las trabajadoras para que puedan exigir sus nuevos derechos. Eso sí, el sindicato reconoce que será más difícil detectar las irregularidades en los domicilios que en las empresas.

Ambas situaciones -la caída en las contrataciones y los temores ante el nuevo régimen- no se extrapolan al servicio doméstico de jornada completa o las trabajadoras internas, porque en estos casos la demanda se ha mantenido a lo largo de los últimos años y porque estas mujeres ya tenían la obligación de estar inscritas en la Seguridad Social.