El pasado mes de febrero se cumplió un año desde la inauguración de la reforma de la avenida del General Sanjurjo, pero a pesar del corto tiempo transcurrido desde entonces, la calzada muestra importantes desperfectos en el tramo que discurre entre la ronda de Outeiro y el mirador de Os Castros, uno de los dos en los que fue dividida esta obra, acometida por el anterior Gobierno local. A lo largo de este recorrido es posible apreciar zonas del pavimento que se encuentran cuarteadas por las grietas, mientras que en otras se aprecian hundimientos causados por el continuo paso de los vehículos.

El caso es similar al de la calle Orillamar, cuya renovación también concluyó poco antes de las elecciones municipales y en la que los desperfectos en el pavimento son evidentes, lo que movió al Gobierno local a acordar su reparación con carácter urgente mediante la inversión de 500.000 euros, aunque el Concello todavía no ha concretado si esa cantidad la aportará la empresa que realizó las obras.

La asociación de vecinos de A Gaiteira-Os Castros califica de "bastante sorprendente" el estado de la calzada, según manifestó ayer su presidente, Paulo Sexto, quien recordó que este colectivo ya reclamó al Ayuntamiento la reparación de estas deficiencias mediante las alegaciones a los presupuestos municipales de este año, que fueron rechazadas.

"Hay obras que llevan hechas seis meses y parece que se terminaron hace cuatro años", comentó Sexto sobre otras actuaciones realizadas en el barrio sobre las que la asociación ha reclamado al Gobierno local que tome medidas. En su opinión, el Ejecutivo municipal "no está haciendo absolutamente nada en el barrio", ya que aprecia "falta de mantenimiento y de gestión" en las infraestructuras.

La reforma de General Sanjurjo fue una de las actuaciones urbanísticas más destacadas del anterior Gobierno municipal, que pretendía transformar esta avenida en un bulevar, para lo que se ensancharon las aceras, se plantaron árboles y se colocó mobiliario urbano. Otra de las medidas adoptadas fue la renovación del firme de la calzada, para lo que se levantó el existente y se aplicó una nueva capa de asfalto, bajo el que previamente se instalaron nuevas canalizaciones.

Estos trabajos obligaron a cortar el tráfico por tramos en la avenida y a realizar parte de las obras de noche, lo que generó las protestas de algunos vecinos a causa del intenso ruido producido por la maquinaria utilizada para retirar el asfalto. La reforma, en la que el Ayuntamiento invirtió 2,7 millones de euros, fue inaugurada el 19 de febrero por el Gobierno local, que consideró esta actuación como el primer "corredor verde" construido en la ciudad, a los que después se sumarían los de las calles Pablo Picasso y Orillamar.

Esta última vía sufre también importantes deficiencias en su pavimento, aunque en este caso está formado por losas y adoquines, ya que el diseño de este corredor verde se planteó con la finalidad de que el tráfico discurriera a menor velocidad para dar prioridad a los peatones. Pese a este objetivo, la calle soporta el mismo volumen de circulación que con su anterior configuración, lo que ha motivado el levantamiento de adoquines y la rotura de losetas.