Los comerciantes que participaron ayer en la Noche Blanca del comercio coruñés no dejaron de mirar al cielo durante la tarde. A última hora asumieron que la lluvia les acompañaría toda la jornada, pero poco a poco, según llegaban posibles clientes, veían que el objetivo estaba cumplido. "Es una pena la lluvia, pero la gente está bajando, con paraguas o sin él. Lo que queremos es que, compre o no, disfrute, que se vea que vive la ciudad, que hay ambiente", destacó el presidente de la asociación Zona Obelisco, Antonio Amor, durante la inauguración del evento, a la que también acudieron el alcalde, Carlos Negreira, y la edil de Empresa, Luisa Cid.

"Hasta las diez esto fue una verbena, se acabaron las garrapiñadas y tuvimos que ir a buscar más, pero cuando empezó a llover fuerte ya se fue muriendo", explicó ayer Amor, que anuncia que el Obelisco se coordinará con otras zonas de la ciudad para repetir la iniciativa y compensar la lluvia caída ayer.

La mayoría de locales se engalanó a las ocho de la tarde. A esa hora, sus dueños y empleados colocaron alfombras rojas en las puertas de los negocios, lo que llamó la atención de algunos despistados. "¿Por qué ponéis eso?", preguntó una mujer. "Es la Noche Blanca. Abrimos hasta las doce", le respondió una joven.

Los comerciantes trataron de atraer clientes con diversas iniciativas, pero la tienda más concurrida durante la inauguración oficial del evento fue la que ocupa el antiguo Cine París. La proyección de Regreso al futuro I y II congregó a casi todos los asistentes a la Noche Blanca. El público pudo ver el filme en la calle o en la primera planta del establecimiento, que también regaló palomitas a los transeúntes.

Los viandantes también pudieron degustar gofres gratis en el Obelisco, donde había una exposición de objetos elaborados a mano por los niños de la Fundación Camiño Social. La mayoría de los establecimientos ofrecía a sus clientes canapés, cava o degustaciones de algunos productos, mientras que otros negocios se decantaron por hacer descuentos.