Hasna aprendió a hacer tatuajes a los ocho años, dice que lo más importante es aprenderse los dibujos y mezclar la henna, después, la jeringuilla ya va sola y pone sobre la piel flores y arabescos que siempre huelen a fiesta. Las mujeres solteras, en Marruecos, se los ponen en las manos y, las casadas, en los pies y las piernas. Así se los enseñó a hacer su madre, que es tatuadora profesional y así los hizo ella, ayer, en la fiesta de la convivencia que llevó a los jardines de Méndez Núñez a las asociaciones de la ciudad que trabajan para potenciar la igualdad, la concienciación y la interculturalidad.

Dice María Martínez, de la asociación Miradas al Mundo, que, cuando vives en Guinea Bissau, cuando estás en contacto con personas que no tienen nada, ni un médico ni un techo ni nada que llevarse a la boca a la hora de la comida, te das cuenta de que la crisis que vive España no es tan importante como las que hay en otras partes del mundo.

Como esta asociación no dependía directamente de las subvenciones, no ha notado especialmente la crisis. Tiene 150 socios y organiza eventos para recaudar fondos y conseguir poner pozos y escuelas y huertas en Guinea Bissau y en Uganda. Venden collares de papel que hacen mujeres enfermas de sida o mutiladas por la guerra y ahora ofrecen viajes solidarios para que la gente de aquí conozca cómo se vive cuando no se tiene nada más que esperanza.

Para Ecos do Sur, el hecho de participar en la jornada de convivencia de ayer supone llevar a la calle el trabajo que los socios hacen a diario y, para ello, han lanzado una campaña de captación de socios, doce euros al año para intentar cambiar el mundo. "Esta crisis es una oportunidad", explican, porque creen que hay que centrarse más en la base, ya que el Estado ha cancelado las ayudas que sostenían una parte de sus proyectos y necesitan financiación para no abandonarlos.

Farmacéuticos sin fronteras llevó a los jardines cremas solidarias de aloe vera y los miembros de Amigos de España, artesanía ecuatoriana. Dicen que es importante salir de sus sedes, que la gente les conozca, que se relacionen con ellos, que escuchen su música y prueben sus productos para que, entre todos, puedan "vencer la saudade".

Semilla para el cambio, que es una asociación que nació hace tan solo tres años, cree que, con un poquito de cada uno se puede cambiar el mundo y su objetivo es conseguir que los niños de la India tengan una oportunidad, que puedan ir a la escuela y vivir un futuro diferente al que ahora parece estar escrito para ellos.

Hubo música, artesanía, taller de danzas Bollywood, clases para aprender a hacer collares con cuentas, conchas y cruces procedentes de la República Dominicana, gastronomía hindú, lecciones para ponerse un sari y muchas ganas de abrir puertas a una realidad mejor que, desde el punto de vista de los integrantes de estas asociaciones, no es tan complicado alcanzar, solo necesita el esfuerzo de todos.