"Parece la playa de Copacabana", manifestó el ministro de Obras Públicas, José Borrell, al alcalde Francisco Vázquez cuando el 14 de julio de 1992 contempló los arenales de Riazor y el Orzán atestados de bañistas disfrutando de un espléndido día de verano. Pero no solo las playas estaban a rebosar de personas, sino también el primer tramo del paseo marítimo que ese día se inauguraba y que causaba la admiración de los miles de coruñeses que aquel mismo día lo recorrieron. Veinte años más tarde, ese mismo trayecto está siendo objeto de la más amplia remodelación desde entonces, mientras se desconoce cuándo se ejecutará el anunciado por ahora como último tramo, el que uniría O Portiño con Bens.

El que muchos consideran como el logro más palpable de Vázquez comenzó a gestarse en 1990 y además revestido de gran solemnidad, ya que su construcción fue anunciada mediante una declaración institucional del alcalde radiada por todas las emisoras de la ciudad desde el salón de plenos.

Vázquez aprovechó una idea que había sido por el plan urbanístico de A Coruña que César Cort diseñó en 1945, en el que figuraba una circunvalación marítima del casco urbano, aunque la transformó para adaptarla a la tendencia vigente en los años noventa, la creación de paseos en el borde costero de las principales ciudades españolas. La obra de Riazor y el Orzán implicó además la ampliación de ambos arenales, que recuperaron la superficie que habían tenido en el pasado mediante el vertido de áridos que generaron polémica entre la ciudadanía por el color blanquecino que dieron a las aguas de la ensenada en las primeras semanas.

También entonces se construyó el aparcamiento subterráneo que recorre el subsuelo del paseo y se transformó por completo la imagen de una avenida que en algunos de sus tramos había sido tratada como el patio trasero de la ciudad. La acera de 80 centímetros de anchura fue sustituida por un paseo de 11 metros y los dos carriles de calzada se ampliaron hasta los cinco existentes en la zona más ancha. Las farolas, las pérgolas del tranvía turístico y la balaustrada fueron diseñadas en exclusiva para este espacio urbano, aunque con un resultado que no convence a todos.

La actuación de la ensenada fue continuada al año siguiente por la Autoridad Portuaria con la apertura en sus terrenos del tramo del paseo de O Parrote, que recibió un tratamiento estético diferente, mientras que también en 1993 comenzaban los trabajos del más largo de los sectores, el de Orillamar, que concluyeron a mediados de 1995 y que permitieron a muchos coruñeses descubrir perspectivas inéditas de la ciudad. Hubo que esperar casi diez años para que se abriese el que ha sido el siguiente sector, desde San Roque hasta O Portiño, inaugurado en 2004 aún con Francisco Vázquez en la Alcaldía.

Cuando tres años más tarde el regidor dejó su cargo, se dio su nombre al recorrido del paseo marítimo entre O Parrote y la fuente de los Surfistas como reconocimiento a su decisivo papel en la puesta en marcha de esta obra pública que, pese a recibe una aprobación mayoritaria de los coruñeses, también ha generado polémica en la ciudad.