El año 1912 marcó un hito en la historia de la ciudad, ya que el acuerdo alcanzado entre su Ayuntamiento y el del vecino de Oza permitió la anexión del segundo, de forma que el nuevo municipio multiplicaba por cuatro la superficie de lo que hasta entonces había sido la urbe. El puente sobre el río de Monelos marcaba entonces el límite más visible entre las dos localidades, ya que Monelos era además el núcleo de población más importante del municipio que constituía todo el límite terrestre de A Coruña, en el que se hallaban otras poblaciones como Visma, San Vicente de Elviña, Visma, San Cristóbal das Viñas, Nelle, Outeiro o Bens.

Las autoridades coruñesas explicaron entonces la absorción de Oza como la necesidad de expansión territorial de la ciudad, hasta entonces constreñida en un exiguo municipio cuyo número de habitantes no cesaba de crecer y en el que también se precisaba de suelo para asentar las actividades industriales que día a día reclamaban instalarse. Pero la versión que daban los vecinos de Oza era muy diferente, ya que ellos recelaban del papel que jugarían en el nuevo municipio, ya que su escaso número frente al de los de la ciudad hacía sospechar que sus intereses serían olvidados, por lo que durante años se opusieron a la unificación y rechazaron las pretensiones coruñesas.

En 1909, el concejal Narciso Túñez de Prado animó al Ayuntamiento coruñés a exigir la anexión de Oza o al menos la parroquia de Santa María, mientras que las de Viñas, Visma y Elviña se distribuirían entre Culleredo y Arteixo. Tras recibir autorización del Gobierno para efectuar la absorción en 1912, la Corporación de la ciudad garantizó a Oza dos concejales como sus representantes en exclusiva, aunque los ediles del desaparecido municipio tuvieron una participación testimonial en la vida política coruñesa y sus puestos ya no figuraron en las siguientes legislaturas.

Las huellas de la existencia de Oza como entidad política propia fueron borrándose con el paso del tiempo, ya que la casa consistorial más longeva, ubicada en Monelos, fue vendida por el Ayuntamiento ya en el siglo XIX ante las dificultades económicas que padecía. El último edificio que albergó a la institución municipal aún se conserva en la calle Montes, al mismo pie del parque de Oza, en un estado ruinoso, por lo que se propuso su rescate para acoger un museo permanente sobre la historia del antiguo ayuntamiento.

"Nadie tiene el monopolio de las fiestas en los barrios", advirtió ayer la concejal Mariel Padín sobre la polémica de la suspensión de las fiestas que la asociación de vecinos de O Castrillón organizaba en la zona desde hace 16 años. La edil anunció los festejos con los que el Concello conmemorará desde los días 12 al 16 de agosto el centenario de la anexión de Oza, para lo que cuenta con la colaboración de asociaciones vecinales y empresariales de la zona, aunque la de O Castrillón insistió ayer en que el Concello pretende "dividir al barrio". Una ofrenda floral en la tumba del último alcalde de Oza será el acto que más relación guardará con el acontecimiento, ya que el resto serán hinchables para los niños, pasacalles, actuaciones callejeras y un concierto de Cristina Pato y Rosa Cedrón. Padín anunció una exposición sobre el desaparecido municipio para lo que todavía no hay fecha ni lugar de realización.