El Ayuntamiento ha dado su bendición a la demolición del concesionario de Citroën, otra obra de Andrés Fernández-Albalat Lois. Su estructura no es tan importante como la de la fábrica de la Coca-Cola, pero cuenta con elementos que lo hacen singular, como la fachada, que introduce el muro cortina y que concuerda con la imagen que la marca Citroën quería dar en la ciudad. Una imagen de firme apuesta por la modernidad. El edificio ha sido objeto de muchas transformaciones pero mantiene todavía la huella de su autor. Se construyó en 1966 y, desde entonces, ha albergado el concesionario de coches, zona de reparación y, en los pisos superiores, oficinas. Hasta el mes de abril de este año estuvo operativo; en principio, el plan general redactado por Busquets le había incluido en su catálogo de edificios a proteger, pero ahora ya no está, por lo que el Gobierno local ha consentido que sus propietarios puedan demolerlo.