El Quinteto de Viento de la OSG está integrado por cinco profesores, primeros atriles de los cuatro grupos habituales de la sección de maderas, y de las trompas. Por ello, no sorprende que la agrupación tenga una altísima calidad. Como además el programa elegido, con obras poco habituales, resultaba muy atractivo, muchos aficionados se dieron cita en el Rosalía para escuchar un concierto tan interesante. Y lo fue, en efecto, aunque las obras de Holst y de Respighi no respondiesen al nivel artístico que cabía esperar en compositores de su talla; todo parece indicar que el manejo de la estructura pentagonal de vientos no se hallaba entre sus mejores dotes compositivas. Pero tal vez ahí radique el interés de su programación, porque ello permitió comprender el enorme contraste que se establece entre los músicos que dominan y los que no dominan esta singular combinación de instrumentos de aliento, de tan diversa naturaleza. El Quinteto, de Nielsen, es una obra perfectamente acabada, bien cosida, y donde las soluciones armónicas y tímbricas son siempre correctas y de notable interés. No hablemos ya de la maestría de Reicha, inventor del género -suyo es el primer quinteto de viento- y autor de 24 obras para esta combinación instrumental. Por eso, el encantador movimiento de su Quinteto en Mi bemol mayor, opus 88 nº 2, que se ofreció como bis, fue acogido con verdadero entusiasmo por el público, que ya había manifestado su complacencia tras escuchar la partitura de Nielsen.