La jubilación de alguno de sus miembros hizo temer a los seguidores de las croquetas de La Bombilla que estas desaparecieran para pesar de su estómago, de su bolsillo y del de sus amigos. Tras unos cambios en el personal y la gerencia, no hay peligro. La intención es mantener su esencia, su carta, sus precios, y hasta el bote de Cola-Cao con servilletas.

La gente se agolpaba ayer a las puertas del veterano local de la callde de La Galera por si el año nuevo traía como regalo, para comenzar con mal pie el 2014, la desaparición de las milanesas, la tortilla, los choricitos, los calamares... o todo aquello que ha hecho popular al establecimiento a lo largo de los años, que, a pesar de su sencillez, es parada obligada para los turistas que habían leído o oído algo sobre su solera y sus precios o incluso sobre el edifico protegido en el que se ubica su barra, sus mesas y su cocina.

Parece que, según los empleados, cocineras y la nueva gerencia, que ayer se afanaban en atender a la heterogénea y numerosa clientela, no habrá apocalipsis hostelero en la calle Torreiro y los cambios, tal y como se había comentado en un principio por fuentes del propio establecimiento, no pretenden tocar lo que ha hecho a este negocio coruñés una propuesta sencilla pero de éxito.