El actor Ramiro Neira protagoniza, junto a Estefanía Gómez, la adaptación de la obra de Agustín Fernández Paz Valados en el teatro Colón. Habrá funciones todos los días desde el domingo 6 de abril hasta el 10 de abril. El precio de las entradas es de cinco euros, aunque hay ofertas para grupos.

-¿Qué cuenta Valados?

-La historia que plantea Agustín Fernández Paz en este libro habla de muros, de separación, desde la amistad de dos niños, Xoel y Helena, que proceden de dos estratos sociales diferentes. En el pueblo en el que viven, los adultos crean un muro de separación. Y narra la necesidad que tienen los niños de superar esas barreras que les imponen para seguir jugando juntos y para mantener su amistad sea como sea. La historia no habla solo de muros físicos sino también de los invisibles, que son los más peligrosos; por desgracia este tema está al orden del día y lo seguirá estando. Esos muros que levanta la sociedad, nosotros, inconscientemente, se los pasamos a nuestros niños.

-¿Y por qué se decidieron a hacerla?

-Se juntaron muchas cosas, entre ellas, conocer al autor. Nos involucramos mucho y buscando apoyos, nació Valados, hace ya tres años. Ahora no podríamos hacerla sin el apoyo del servicio de Educación del Concello ni del teatro Colón, que ha roto el hermetismo que había en este espacio.

-En el texto original, la obra no se sitúa ni en un lugar ni en una época concreta.

-Cuando lees el cuento todo parece muy sencillo, pero cuando empiezas a trabajar en él ves la maestría de Agustín Fernández Paz y todo lo que tiene detrás de la historia. Es una de las cosas que a nosotros más nos gusta, porque este texto no es panfletario.

-¿El público infantil entiende la historia de los muros y de las dificultades de estos niños?

-Nosotros tuvimos la suerte de hacer una campaña escolar en Oleiros antes del estreno. Intervinimos con alumnos de Primaria y Secundaria. Cada niño, según su realidad, entiende una manera u otra la historia. Agustín Fernández Paz dice que se planteó la historia como un iceberg y que el cuento es el piquito y que todo lo que hay debajo depende del público y del lector. Los actores somos Estefi (Estefanía Gómez) y yo y está Xurxo (Cortázar), que es director y actor y que asume el papel del adulto, de la maldad. Cada niño puede vincular esa figura a una cosa diferente: 'mis padres, mis profesores, lo que me dicen, que no me dejen ir a jugar a la Sagrada Familia porque dicen que es peligroso...' Los más pequeñitos, de tres o cuatro años, habían entendido la historia a su manera. Veían que había dos niños que querían jugar y no les dejaban. Lo bonito de esta historia es que se puede profundizar en ella en casa o en el colegio. En Artestudio nos gusta trabajar con un teatro familiar con contenido educativo importante. Vamos a tener nueve funciones esa semana, para escolares y para todo el público. A algunos centros iremos antes o después de la obra, para intercambiar impresiones.

-Además de los actores está el otro protagonista, el árbol en el que juegan los niños.

-Es una imagen fundamental, porque en él juegan, cuelgan sus deseos, imaginan y hasta se inventan un idioma para comunicarse. Después aparece el muro junto al árbol y se visualiza la separación física. Lo que antes les juntaba ahora les aleja y llega a formar parte del árbol.