El goteo continuo de robos en viviendas de la ciudad desde comienzos de julio llega a números alarmantes tan solo un mes y medio después de las primeras denuncias. En los primeros 17 días de agosto se registraron 58 asaltos, la mayoría denunciados por los afectados. Esta cifra supera la de entradas con fuerza en domicilios que se produjeron en todo el mes pasado, que fue de 50. Solo entre el jueves 14 y el domingo 17, durante el puente festivo, hubo un total de 29 robos, más del doble de los contabilizados en el puente de finales de julio, cuando se denunciaron 14.

La última oleada de asaltos a viviendas, esos 29, se suma a las rachas de delitos del primer y del segundo fin de semana, 10 y 19 respectivamente. En esta ocasión los robos se localizan en diferentes zonas de la ciudad, aunque el mayor número se concentra en calles de los barrios de Os Mallos y Os Rosales. También pisos de Riazor, Monte Alto, Pescadería y largas avenidas como la de Arteixo y ronda de Outeiro y ronda de Nelle fueron objetivo de los ladrones el pasado fin de semana.

Los últimos golpes policiales a las bandas organizadas que operan en la ciudad, saldadas con la detención de cuatro mujeres croatas a principios de agosto, y el refuerzo de las funciones de vigilancia e investigación por parte del 091 desde finales de julio no parecen haber debilitado las estrategias delictivas de los grupos de asaltantes. Viven días de tensión y nerviosismo los máximos responsables de la policía.

Fuentes policiales consultadas por este periódico admiten que están comprobando que los grupos, procedentes sobre todo de Croacia y Georgia, se recomponen con rapidez en cuanto sufren cualquier ligero revés o perciben el acecho de las patrullas. Se mueven continuamente por diferentes poblaciones para no dar facilidades a la policía y en los últimos meses, añaden las mismas fuentes, cometen sus delitos en comunidades del norte como Asturias y País Vasco.

La limpieza y falta de violencia con la que actúan estos profesionales está cogiendo por sorpresa a los propios cuerpos de seguridad. Los agentes que atienden las denuncias de los afectados constatan que el botín que persiguen al entrar en los pisos son joyas y dinero, pero apenas revuelven en el interior para encontrarlo, cierran los cajones o devuelven cosas de las que extraen objetos al sitio en el que estaban guardadas.

Como actúan con rapidez al acceder a los domicilios tras forzar las cerraduras y buscan lo que está a la vista, creen los policías que incluso algunos ladrones han entrado y salido sin llevarse nada. Este modus operandi representa un handicap para la policía, que ante la falta de pistas tiene mayores dificultades para identificar a los delincuentes.

La evolución de robos en viviendas este verano dañará seguramente los datos sobre criminalidad en A Coruña. La ciudad fue la única de Galicia en la que crecieron los asaltos en pisos en el primer semestre, con un aumento del 45,5%. Hasta 163 se registraron hasta el 30 de junio pasado frente a los 121 del año anterior, según informó el pasado 30 de julio la Delegación del Gobierno en Galicia. Con los últimos robos de julio y agosto, hasta el momento ya se han producido 271 en casi ocho meses.

Las cúpulas policiales decidieron doblegar esfuerzos y métodos en las últimas semanas para combatir la creciente cifra de asaltos con fuerza, como demandaban la Confederación Española de Policía (CEP) y el Sindicato Unificado de la Policía (SUP). Se han tomado medidas e intensificado actuaciones, aseguran las fuentes, pero los números más recientes parecen demostrar que las bandas están saliendo airosas frente a la presión de los dispositivos policiales y sin dejar de causar alarma entre los ciudadanos.