La recuperación del Papagayo, el antiguo barrio chino de la ciudad entre las calles Panaderas y Hospital, se encontró con un molesto obstáculo que suscitó además polémica en los siete años que duraron las obras de la urbanización y el garaje de diez plantas: la casa del cura anexa al convento de las Capuchinas. Hace justo diez años los promotores derribaban este inmueble pese a que contaba con protección monumental para realizar en su subsuelo trabajos que requería la construcción del estacionamiento, una actuación que dividió a los arquitectos entre el rechazo y la cautela. Hasta cinco años después no se terminó la reconstrucción de la casa para entregársela al Arzobispado de Santiago.

Desde que la excavadora utilizada comenzó a echar abajo los cimientos de la casa del cura el 13 de octubre de 2004, después de que los promotores pactasen el derribo con la Iglesia y el Ayuntamiento otorgase la licencia para la obra, algunos arquitectos y la oposición política pusieron en duda que el edificio fuera a ser reconstruido piedra por piedra y rehabilitado, como habían prometido el entonces alcalde, Francisco Vázquez, y la promotora de propietarios.

El propio responsable del proyecto, el arquitecto Andrés Fernández-Albalat, admitía pocos días después que se había demolido la mayor parte de la cubierta y el interior del inmueble porque las vigas estaban podridas y que solo se conservarían los sillares de la fachada que se encontraban en buenas condiciones de conservación. La casa que sustituiría a la del arzobispo sería "clónica", aseguraba el Fernández-Albalat al referirse a la huella del edificio original del conjunto arquitectónico, que tiene protección monumental en el Plan Especial de Protección y Reforma Interior de Ciudad Vieja y Pescadería (Pepri).

"¿El pueblo de A Coruña consentiría que se construyera un aparcamiento subterráneo debajo de la Torre de Hércules? Pues eso mismo se hace en Panaderas", denunciaba el presidente de los arquitectos coruñeses, Alberto Unsain, alineado junto a los más contrarios a la obra. Otros colegas reacios, como Xosé Lois Martínez, recordaban otra operación urbanística desarrollada con fines especulativos: el derribo del asilo de la calle Adelaida Muro para levantar en su terreno bloques de pisos de lujo.

Casi dos años después, en junio de 2006, el Concello reconocía que la casa del cura del número 40 de la calle Panaderas disfrutaba de grado de catalogación monumental, el máximo posible, idéntico al que protege a la Torre de Hércules. Por entonces un juzgado de A Coruña investigaba ya la demolición del inmueble a raíz de una denuncia del fiscal del Tribunal Superior de Xustiza de Galicia especializado en urbanismo por presuntos delitos contra el patrimonio y de prevaricación, que no prosperó.

Hasta finales del año 2009 la promotora del Papagayo no entregó la casa del cura al Arzobispado, cuando estaba previsto para la primavera de 2007 y la obra de reconstrucción se había iniciado el verano anterior. La lentitud de la Xunta para conceder permisos para reparaciones y la necesidad de nuevos retoques fueron algunas de las excusas expuestas para justificar el retraso.

La nueva casa del cura, entre la iglesia de las Capuchinas y la entrada al parking subterráneo de mil plazas tiene despachos para el vicario, oficinas y salas de reuniones. A su lado, la plaza interior de la urbanización del Papagayo fue inaugurada en junio de 2008, con Javier Losada en la Alcaldía. Son más de 65.000 metros cuadrados de viviendas que se reparten seis edificios, oficinas, el aparcamiento y un centro comercial con la mayoría de sus locales desocupados. El Concello va a abrir un vivero de empresas.