La Lei do Solo de 2002 inició este curso su undécima reforma con la aprobación de su anteproyecto en el Consello de la Xunta del pasado mes de octubre. Incluye mecanismos que pretenden erradicar las construcciones inacabadas, sobre todo en las áreas rurales, e incluye una figura novedosa, el llamado plan básico, que pretende que todos los concellos con menos de 5.000 habitantes tengan al finalizar la legislatura una herramienta de planeamiento urbanístico. La secretaria xeral de Urbanismo, Encarnación Rivas; el urbanista José González-Cebrián; y la directora de la Escola Galega de Paixaxe, Isabel Aguirre, debaten sobre el borrador del documento y coinciden en la necesidad de que en Galicia aborde un inédito pacto por el territorio.

E. Rivas: No es una nueva modificación, es un nuevo modelo. Pensamos que este es el momento de consensuar un texto para que sea perdurable en el tiempo.

I. Aguirre: Vaivenes políticos los hemos tenido siempre. Pero a mí la idea de consensuarlo me parece muy bien, el caso es que se consiga. Además del consenso político, tendría que haber un consenso de la sociedad, que tiene que asumir que el suelo tiene que estar regulado.

J. González-Cebrián: El problema es que la ciudadanía no entiende que cada día haya una ley. Hay ciertas cosas que necesitan acuerdos claves y no que se utilice el territorio como referencia para atacarse políticamente.

I. Aguirre: La ciudadanía no entiende pero, si se le explica bien y se aplica la ley, lo entiende divinamente. Mira qué bien entendió la ley del tabaco o la ley de tráfico.

E. Rivas: Por eso decimos que es importante el consenso político, pero entendido como consenso entre los representantes de los ciudadanos, que no sea un tema exógeno a la ciudadanía. Realmente la ley trata de dotar de herramientas a los ayuntamientos que quieren actuar, que son todos o la inmensa mayoría. Una ley que no se cumple es una ley fracasada. La figura del Plan Básico que ofrece la ley, es una figura que se crea en virtud de un clamor de la Administración local. Muchos ayuntamientos nos trasladaron su falta de capacidad técnica, jurídica? para llevar adelante un plan general. Y en segundo lugar, está la percepción de un plan general como un documento demasiado complejo para ayuntamientos que carecen de complejidad urbanística. De ese diálogo surge el Plan Básico. Se plantea que lo formule y lo tramite la Xunta como una ayuda a los concellos, en absoluto como una merma de sus competencias.

J. Cebrián. Creo que los temas urbanísticos están magnificados. Estos ayuntamientos menores realmente construyen 10 viviendas al año. Esta situación se vuelve cada vez más significativa cuando hay muchos ayuntamientos que a estas alturas no tienen ningún tipo de planeamiento. Me parece bien que haya este intento de hacer un instrumento sencillito.

A mí me gustaría plantear algunas mejoras. Por ejemplo, la preocupación por estos conceptos de que los edificios en el rural deben cumplir una serie de condicionantes que se ven un poco antiguos, al pensar que solo se puede arreglar la construcción siguiendo los patrones de lo que se ha hecho, que tristemente no ha sido siempre lo más adecuado. Sí han introducido algo que me ha gustado, dicen que en la elaboración de los proyectos se pueden plantear el que los edificios sin cumplir con esas premisas de tejas, piedra... si son de calidad que se puedan valorar. El tema de sostenibilidad no aparece en ningún sitio, hay unas nuevas tecnologías y materiales que deberían aparecer.

E. Rivas: El espíritu de la ley en cuanto a la obligación de adaptación al ambiente, en cuanto al volumen, materiales, colores? en absoluto quiere decir que se busque una repetición mimética. La intervención de los arquitectos en la calidad y en la solución de sus proyectos arquitectónicos será la pieza fundamental de mejora y de recuperación de ese territorio nuestro construido.

I. Aguirre: En cuando a los límites de sostenibilidad hay un tema tremendo que es el de los aparcamientos que se permiten por edificación. Dos plazas de aparcamiento por cada cien metros cuadrados, esto es lo que hay ahora, que ha convertido nuestras ciudades en un garaje público gratis. Yo creo que los planes deberían incluir necesariamente un plan de movilidad. Y para mí, lo más importante es que las infracciones no pueden prescribir, porque si no estamos en el "ti vai facendo". Porque seis años, que es para las muy graves, es que pasan volando. Y dos años ya ni te cuento. La gente dice: "bah, espero y ya se legalizará. A rajatabla, se acabó y no hay escapatoria.

E. Rivas: Yo creo que desde la Louga de 2002 ya nadie pretende ya edificar sin licencia. Quiero creer que no hay ningún alcalde que diga "vai facendo" y si lo hubiese el promotor no le va a hacer caso. Creo que la labor de la Agencia de Protección de Legadlidad Urbanística es extraordinaria. Se nos planteaba desde fuera que no era razonable que la Administración no estuviera sujeta a plazo y nos pareció razonable. La Administración tiene medios para actuar y actúa. Para evitar el fracaso que es como sociedad y país permitir que alguien construya al margen de la norma, la administración tiene que actuar al comienzo de la infracción para evitar el drama personal, familiar y económico que suponen las demoliciones. El establecer el plazo de prescripción de seis años pensamos que es una cláusula de garantía para el administrado de que la administración va a ejercer sus obligaciones en plazo.

I. Aguirre: Pero sabemos que hay ayuntamientos, no digo que quieran hacerlo, que no tienen medios para hacer una vigilancia lo que se está haciendo en el pico del monte. Con suprimir esa cláusula se acabó. No prescribe. El día que me entero, te lo tiro. Eso retiraría absolutamente las expectativa, las barrería de un golpe.

E. Rivas: Creemos que la administración tiene que actuar y resolver en plazo. Es un margen razonable. Además hay un tema de seguridad jurídica, todas las infracciones y delitos prescriben. Y hemos salvado de esa prescripción todas las afecciones a dotaciones públicas.

I. Aguirre: Entra dentro de lo que decíamos de la concienciación. Yo te contaría casos de gente que ha hecho ilegalmente lo que le ha dado la gana y ha pasado el tiempo y ahí se ha quedado.

J. Cebrián: Son temas complejos. Lo que hay que evitar es que se produzca el hecho. Aquí venimos con una tradición de que hay cientos y miles de edificios que se han hecho al margen del planeamiento. Unos porque el plan de ordenación no existía, incluso haciendo cosas razonables. Otras son situaciones de gente que no tiene posibilidades. En Galicia la gente humilde es propietaria, cosa que no ocurre en ningún otro sitio. Tenía una propiedad sin grandes dimensiones pero eran capaces de subdividirla para que el hijo edificara. Llegar a esas situaciones con la gente con menos recursos era una cosa muy dura. Esa situación al mismo tiempo había la otra, gente que compraba y hacía grandes negocios haciendo parcelitas pequeñas para sacar más dinero. Hay una mezcla de situaciones muy difíciles de partida. Hay un punto que hay que decir que se acabó, tienen que existir unas reglas de juego en las que estén implicados todos. Tristemente yo he vivido -y me dan igual los colores, porque yo he hecho planes urbanísticos para todos- cómo se utilizaba que se protegían zonas en contra de los que estaban en ese momento en la oposición y viceversa.

E. Rivas: Nos sorprendemos en cuanto salimos de Galicia y vamos a Asturias y vemos que hay una armonía paisajística de las construcciones con el entorno que aquí se ha desatendido fundamentalmente por un descuido en el remate de las edificaciones y en su conservación. Somos conscientes de que pequeñas actuaciones tienen un gran impacto sobre la percepción global que hay de nuestro paisaje. En esas pequeñas actuaciones que competen a cada uno de nosotros, hay que concienciar a la ciudadanía de la importancia de su corresponsabilidad como agente activo en la construcción del territorio y de la buena percepción que tengamos y que ello incidirá en nuestra calidad de vida y será un factor de desarrollo económico. Trasciende nuestro derecho como propietarios particulares para constituir un elemento del interés general común a todos.

J. Cebrián: Veo difícil cambiar ese primer plano de Galicia. A una forma tradicional de ocupación de suelo se suman unas formas de vida. Situaciones territoriales diferentes. Las ciudades se acababan y después había caseríos pero todo muy delimitado. Por el efecto de mejoras infraestructurales, se produce una dispersión de hecho en todos los sitios, que además en Galicia tiene su caldo de cultivo, porque la gente tiene dividido el suelo. De manera que ese esfuerzo de que no se construya en rústico y otras cosas va a chocar con la realidad. Creo que lo que hay que evitar es que se afecte a lo más sensible, que se responda a una situación de calidad ambiental. Además históricamente aquí no ha existido el urbanismo, aquí no hay cultura urbanística en absoluto. En otros países estas preocupaciones fueron hace dos siglos. Hay países donde no hay ni planes ni nada y se mueven con estudios de impactos serios, donde participan los vecinos.

E. Rivas: Una fachada que se rehabilite y se pinte produce una onda expansiva en los propietarios limítrofes. Una actuación municipal de humanización de una calle de pavimentado, de rehabilitación de servicios? eso llama a los propietarios a rehabilitar sus fachadas?

I. Aguirre: Hay que rehabilitar y recomponer todos los horrores que se han hecho. Y después restringir drásticamente determinadas zonas. Hay que controlar ese desarrollo, que en Galicia se ha generado también porque la base de la habitabilidad era el agua y el agua la hay en todos lados. Y ahí están los planes y la racionalidad y la ordenación. Pero empezar por restañar las heridas creo que es fundamental y concienciar a la gente, educarla en los valores paisajísticos que realmente tenemos y que son enormes. Me resulta difícil decir cómo. Pero tiene que haber una comprensión del territorio y por parte de la ciudadanía. La educación es fundamental.

E. Rivas: Estamos convencidos de que se va a llegar a ese consenso. Yo creo que hemos demostrado la sincera voluntad de integrar en este texto las distintas sensibilidades. Sabemos que el éxito de la empresa pasa por el diálogo. Estamos abiertos a la confrontación de ideas, a las aportaciones, no solo desde los grupos políticos, sino desde diferentes sectores.