Françoise Gillot y Marina Picasso, compañera y nieta del pintor, publicaron sendas biografías polémicas sobre el artista, centradas en su oscura relación con las mujeres. La tragedia y la autodestrucción sobrevolaron a menudo las convulsas vidas de las amantes de Picasso, desde Thérese Marie Walter a Jaqueline Roque, que se suicidaron. En ambas biografías, se mantiene que esa tormentosa relación picassiana con las mujeres se remonta a la traumática cicatriz dejada en el alma del pintor por la muerte de su hermana menor, Conchita, hace hoy 120 años -el 10 de enero de 1895- en A Coruña.

Según uno de los principales biógrafos de Picasso, John Richardson, unos años después de la muerte del pintor, Jacqueline Roque, su última mujer, le confesó que Picasso se había sentido culpable, por lo menos una vez en su vida, de la suerte de una mujer. Aunque en este caso sin responsabilidad alguna: la muerte en A Coruña de su hermana Conchita.

María Concepción, Conchita, nace seis años después que Pablo y tres que su hermana Lola en Málaga. Sus primeros años transcurren en la ciudad andaluza donde su padre, José Ruiz Blasco, es profesor de dibujo en la Escuela de Bellas Artes, al mismo tiempo que conservador del Museo Municipal. La pérdida del cargo en el Museo deja en una situación precaria a la familia, que decide aprovechar la oportunidad de conseguir un puesto mejor remunerado en A Coruña, donde había una plaza vacante en la recién creada Escuela de Bellas Artes.

A finales de 1894 hay una epidemia de difteria en A Coruña y Conchita, que tienen entonces 7 años, se contagia. El doctor Pérez Costales, vecino y amigo de la familia, además de primer mecenas del joven Picasso, intenta salvar a la niña pero sus esfuerzos son en vano. La única solución es administrarle un nuevo suero anti-diftérico que en París estaba dando buenos resultados. Se hace una petición urgente por telégrafo. Conchita muere el 10 de enero de 1895 a las cinco de la tarde. El suero llegará 24 horas después.

"Los días anteriores a la muerte de la niña -señala la investigadora coruñesa afincada en Barcelona Rocío San Claudio- la familia intenta disimular la gravedad de su estado para que la pequeña no se dé cuenta. Celebran el día de Reyes y, ante la impotencia de ver morir a su hermana, Pablo Picasso, según el testimonio de Jacqueline, hace una promesa en el altar de la iglesia coruñesa en la que había hecho la primera comunión. Con 13 años, Pablo está dispuesto a abandonar su ya firme intención de convertirse en un artista si su hermana se cura". Conchita muere, y Pablo queda liberado para convertirse en el genio que soñó ser, que se propuso ser. Solo unos días después de haberse despedido para siempre de Conchita, en febrero de 1895, Picasso expuso por primera vez, en el número 20 de la calle Real en lo que era una tienda de muebles.

"La familia en su humilde condición, no pudo pagarle una lápida a la niña, lo que aumentó todavía más el sufrimiento. En los registros parroquiales figura que se enterró en 'en el cementerio general de San Amaro'. Es decir, según el biógrafo Joseph Palau i Fabre en su libro Picasso vivo tomo I, y que también confirma John Richardson en Vie de Picasso, que fue enterrada en la fosa común del cementerio, el 12 de enero del mismo año", afirma San Claudio.

Cuatro años después, en el cuadro Al final del camino, Picasso hace una alusión al sentimiento de culpabilidad y vergüenza que debió de sentir en la inhumación de su hermana, mostrando dos entierros, el de un rico y el de un pobre. Uno en carroza, el otro a pie, pero al final a los dos les espera la muerte.

El día del entierro llovía, y Pablo con su padre y unos escasos acompañantes condujeron el ataúd al cementerio a orillas del mar. La muerte de Conchita fue el desencadenante para que José Ruiz, que nunca se había sentido del todo feliz en A Coruña, se decidiera a aprovechar la oportunidad de una permuta con un colega gallego en Barcelona. Durante los dos veranos siguientes, cuando la familia ya se había instalado en la nueva ciudad, el matrimonio Ruiz Picasso continuó visitando el cementerio de San Amaro donde reposa su hija. "Quizá para Picasso fue Conchita la primera mujer víctima de su arte y la única por la que se sentiría culpable, o por lo menos de no haber sido capaz de evitar su sufrimiento y muerte con su promesa de abandonar la pintura. Puede que en el fondo, como sugiere John Richardson, pensara que el precio a pagar por su éxito fue el triste final de su hermana menor", aventura Rocío San Claudio.

Hoy en día no existe rastro de ella, excepto un retrato a lápiz que su hermano le hizo poco antes de morir y que se conserva en el museo Picasso de Barcelona. Los investigadores picassianos Rubén Ventureira y Elena Pardo, autores de Picasso Azul y blanco. A Coruña: el nacimiento de un pintor, revelaron documentos inéditos que señalan el punto en el que fue sepultada Conchita en San Amaro en una fosa de tierra cerca de la entrada del cementerio.

Su padre pidió que se pusiera una cruz en el lugar donde descansaba la niña, pero nunca se encontraron sus restos. La tragedia fue determinante para que la familia Ruiz Picasso dejase A Coruña en el verano de 1895.