Los marineros sueños tabernarios de Lugrís, las escalinatas que subía el niño Picasso para ir a clase, las luminarias de forjado a disposición del gen paseante del coruñés o uno de los cruceros más antiguos de Galicia. Los tesoros patrimoniales de A Coruña no son solo templos o casas modernistas. Y todos y cada uno tienen su ficha en el plan especial de Ciudad Vieja y Pescadería, que se aprueba mañana de forma definitiva, lo que garantiza su preservación con elementos singulares del espacio urbano.

En su propuesta al pleno, el Concello explica que el documento ha incorporado, tal y como ordena la normativa autonómica, 12 estatuas, dos monolitos, nueve lápidas o placas, cinco cruceros, 20 pavimentos, nueve fuentes, además de 20 elementos de mobiliario urbano y urbanización, con un inventario detallado. De forma adicional, se incorporan elementos de jardinería y arbolado de interés (un total de 25) y los murales de Urbano Lugrís que Patrimonio ordenó incluir ante el olvido municipal.

A Coruña tiene suelos más nobles que otros. Una veintena, según incluye el plan especial de Ciudad Vieja y Pescadería, que están sometidos a protección. En general, esta categoría reúne a todo el pavimento tradicional de la Ciudad Alta con una mención específica para alguno de sus enclaves: la placita de los Ángeles, la plaza de Azcárraga, la plaza de la Constitución, la plaza del General Cánovas y el entorno de la Colegiata de Santa María.

El plan especial también garantiza la preservación del pavimento de la calle Sinagoga, de la plaza de las Bárbaras, el atrio de Santo Domingo y las plazas de Santo Domingo y Cortaduría. Extramuros, queda protegido además el suelo de la plaza de Carlos I (Orden Tercera), la acera sur de la iglesia de San Jorge y la que cobijan los soportales de la plaza de María Pita. Las piedras de calle Real y Riego de Agua y Agar figuran en la lista, así como la calle Marchesi Dalmau (Obelisco), la calle Santa Catalina, el atrio de las Capuchinas (Panaderas) y las rampas y escaleras del instituto y el colegio Eusebio da Guarda en la plaza de Pontevedra.

El Concello también tendrá que solicitar permiso a Patrimonio si quiere actuar sobre algunos elementos del mobiliario urbano del ámbito protegido por el documento urbanístico. Por ejemplo, el Pepri blinda el conjunto de la plaza de las Bárbaras, uno de los rincones favoritos de los coruñeses, en cuya ficha se destacan los bancos de piedra granítica, los pavimentos de cantos rodados y el crucero que preside el enclave.

En 1896 Pedro Mariño proyectaba las piezas que ayudan a configurar la plaza de Azcárraga y que así identifica y protege el plan: "muros perimetrales de piedra con vallado de fundición que separa la plaza, a menor altura, del Cantón de Azcárraga, bancos de piedra e hitos también de piedra". La preservación queda en teoría garantizada también para la escalinata y los muros del atrio de Santiago de O Parrote, así como el muro de piedra y el vallado de función que protegen el espacio de la plaza de Santo Domingo de la diferencia de cota con la calle del mismo nombre y que hace las veces de banco corrido, acabado con un hito pétreo que marca la entrada a la plaza.

En el parque de San Carlos, no solo se registra la protección íntegra del jardín romántico sino individualmente de todos sus elementos de hierro (pináculos y rejas) realizados a mediados del XIX por Juan de Ciorraga para separar los paseos peatonales de las zonas ajardinadas, destacando las puertas de acceso a las islas vegetales. Bancos y fuentes de piedra y la garita con una pequeña cúpula a modo de mirador son otros de las piezas señaladas.

La barandilla de hierro de O Parrote y sus muros de piedra, con la escalinata de bajada a la dársena, y las escaleras entre San Agustín y San Jorge entran en la lista, en la que no se olvidan los elementos lumínicos con solera: los faroles del consulado y la farola frente a su fachada, los diseños modernistas de las luces de las Casas de Paredes y el Teatro Rosalía, los de la fachada de la Subdelegación del Gobierno (atribuidos a la reforma de Antonio Tenreiro en los años treinta), las luminarias de la plaza de Santa Catalina y los de la plaza de Pontevedra. La nómina sigue con los pináculos de fundición frente a las Capuchinas, que servían de soporte a una verja ya desaparecida, y el palco de la música de Juan de Ciorraga de 1884, traído desde Glasgow. Está la columna meteorológica de 1896, también en el parque del Relleno, que cuenta con termómetros, hidrómetros, barómetros, una bola del mundo y un reloj de sol. Finalmente, figuran los elementos decorativos eclécticos que ideó Faustino Domínguez a finales del XIX en la plaza de Pontevedra y el quiosco de la plaza de Ourense, proyectado en 1953 por Rey Pedreira. Originalmente, tenía seis locales comerciales y aseos y hoy en día es una oficina de información municipal y venta de entradas.

El plan especial dedica un apartado a las fuentes, comenzando por la que se levantó en la reorganización de Pedro Mariño de la plaza de Azcárraga datada en 1896, con elementos decorativos eclécticos y rematada con una figura femenina que porta en su mano un farol. En los jardines de A Maestranza pervive el pozo del antiguo convento de San Francisco, que fue trasladado a Santa Margarita y del que solo queda su cimentación y la capilla de la Orden Tercera. Conserva el pavimento original a su alrededor.

La pila circular de la fuente de Santo Domingo, con figuras humanas talladas y la del convento de las Capuchinas tienen ficha en el catálogo del plan especial, así como la fuente de la Fama en San Andrés, con sus alas, trompeta y escudo, cuya localización original era Puerta Real, siendo trasladada cuando se realizó la nueva fachada marítima de las galerías de la avenida de Montoto.

El Neptuno barbudo y con escudo y tridente que preside la plaza de Santa Catalina resulta blindado y el gran estanque de los peces de los jardines de Méndez Núñez, que también cuenta con una pequeña fuente catalogada. Entre edificios altos levantados en Pescadería con poca sensibilidad con el entorno y negocios hosteleros nocturnos sobrevive un manantial protegido, el de la plaza de Fuente Luisa (en la calle Juan Canalejo).

Los murales

La Xunta impuso al Concello que incluyese los tres murales de Urbano Lugrís, que hoy forman parte de negocios hosteleros de Pescadería, uno de ellos en obras. El más conocido, el de un café de la calle Real con una situación de conservación "regular", según su ficha, "con pérdida de pintura y manchas en la parte baja del mismo". Fue pintado por el artista coruñés en los años 50 en la antigua sede del Banco Hispano Suizo (después Banco de Vizcaya) en la calle Real. El mural representa una vista de la península sobre la que se asienta la ciudad desde el interior. Originalmente duplicaba la altura que presenta la actualidad, ocupando todo el espacio de la antigua sala de operaciones de la entidad bancaria.

En segundo conjunto de murales, sobrevive en una parrillada de la calle Olmos, pintado en el año 1951 bajo el lema Ic hábitat felicitas (aquí vive la felicidad). Están en las paredes y en los arcos y techos del local comercial que ocupa la planta baja y la primera, tienen como tema central el mar y fueron pintados en la antigua taberna O Fornos. La ficha asegura que presenta "un buen estado de conservación".

En un local en reformas en la calle de la Estrella (10) está un conjunto de dos murales pintados en los años cincuenta y sesenta, con temáticas diferentes relacionadas con el mundo del mar. El primero, está ubicado en una pared en lo que en tiempos era el hostal León y el segundo apareció años después en los aseos. Representa un marinero sobre un reloj con el lema Unha cunca de viño e faise o camiño.

Placas y cruceros

La Concejalía de Urbanismo ha tenido que incluir en el plan las lápidas y placas que salpican el ámbito Pepri. Entre ellas, la lápida conmemorativa de la muerte del general Moore en el edificio Granada del Cantón Grande (donde se situaba el inmueble en el murió el militar). En el jardín de San Carlos figuran varias: las lápidas con los poemas de Rosalía de Castro y Charles Wolf, la que conmemora la apertura del parque (XVIII), la que contiene la proclama de Wellington tras la batalla de San Marcial (1813) y la que recuerda a los 172 muertos en el hundimiento del navío Serpent frente a Cabo Vilán (1890). El plan especial protege la placas en las casas natales del botánico Ramón de la Sagra (San Nicolás) y el naturalista José Cornide (Puerta de Aires); y las viviendas del marqués de San Martín de Hombreiro (Casa Ozores- O Parrote) y Emilia Pardo Bazán (Tabernas-Real Academia).

Cinco son los cruceros que quedan catalogados a través de fichas en el plan especial que se aprueba mañana y todos tienen por sí mismos, al margen del entorno en el que estén o el lugar donde se ubiquen, condición de Bien de Interés Cultural, que les otorga la ley gallega. El primero de la lista es el de la Colegiata de Santa María, uno de los cruceros más antiguos que se conservan en Galicia (XV). Lo acompañan los de San Jorge, San Nicolás, San Andrés y las Bárbaras.

Finalmente, son doce las estatuas y dos los monolitos (obelisco y año internacional del niño) que completan el catálogo de elementos del espacio público. La mayoría de las efigies están en Méndez Núñez: el monumento a Curros de Asorey, la estatua del político Daniel Carballo (1896), el monumento a Concepción Arenal de González Villar (1916), y el de Emilia Pardo Bazán (una copia en bronce de la original) y el monumento a Linares Rivas de la Rosaleda. Entre los bustos, los de Manuel Murguía, Pondal, Fernández Latorre y Enrique Hervada. Fuera del Relleno, la tumba de Moore, la estatua de Eusebio da Guarda (plaza de Pontevedra) y el busto a Médico Rodríguez en la plaza de Ourense.