Casi un año después de que el Ministerio de Fomento informase a este periódico de que el proyecto del Vial 18, que unirá la autopista con la tercera ronda, aún estaba en fase de redacción, el departamento estatal comunica al senador socialista Javier Losada que esa misma actuación se encuentra sometida ahora a los trámites medioambientales y que su conclusión está prevista "durante este año 2015". De acuerdo con estos datos, el proyecto todavía no está aprobado de forma definitiva y aún se desconoce cuándo podrá ser construido, pese a que se trata de un recorrido de tan solo 1,7 kilómetros y que se espera por su ejecución desde hace años.

A solo un par de meses de que se ponga en servicio el trazado completo de la tercera ronda, se ignora cuándo podrá enlazar esta vía con la AP-9 y así evitar que quienes circulen por la autopista tengan que hacer uso de la avenida de Alfonso Molina para entrar o salir de la ciudad. Fomento solo se encarga del diseño del proyecto, ya que su financiación correrá a cargo de Autopistas del Atlántico, al igual que la ampliación de Alfonso Molina y la instalación de una pasarela peatonal en Pedralonga. La concesionaria podrá subir los peajes para compensar esta inversión si necesita restablecer el equilibrio económico del contrato.

El Gobierno central consignó en los Presupuestos Generales del Estado de este año 100.000 euros para el estudio de este proyecto, igual que en 2013, después de haber suprimido las partidas el año pasado.

El trazado del Vial 18, conocido desde principios de 2014, se iniciará en A Zapateira y la conexión con la autopista será en el kilómetro 4 de esa vía, después de pasar junto a la residencia Rialta, el geriátrico Los Magnolios y el colegio Andaina. Fomento planteó dos trazados diferentes, pero se decantó por el norte, que implicará el derribo de cinco casas, una nave industrial y dos galpones, mientras que el sur obligaría a demoler 18 edificios.

Otro de los factores que impulsaron al ministerio a optar por ese recorrido es el económico, puesto que el primero es de solo 17 millones de euros, frente a los 30 que costaría ejecutar el segundo.