Un día de niebla

Un día de niebla

Un día de niebla

Antón Luaces

La península de la Torre de Hércules se cubrió de niebla para tributar homenaje al capitán coruñés del Ejército del Aire Daniel Pena Valiño.

Punta Herminia, que un día fue polvorín y punto de encuentro de los centinelas del Ejército de Tierra que lo guardaban, se convirtió de pronto en otero desde el que divisar embarcaciones de Salvamento Marítimo, del SAR, de la Guardia Civil, del Servizo de Gardacostas, del servicio portuario de Practicaje, de la Cruz Roja... y de aeronaves de los mismos organismos y entidades que, desde hace una veintena de años, tratan de prestar socorro a aquellos que, en la mar, precisan del mismo.

El capitán Daniel Pena Valiño, junto con sus compañeros de tripulación del helicóptero que el primero pilotaba, se fue al encuentro de las olas un 19 de marzo de 2014 en aguas canarias. Las mismas aguas -estas de Tenerife- que, el verano de 2006, acogieron los cuerpos de la tripulación que, a bordo de otro helicóptero, comandaba Joaquín Ortiz de Zárate, el hombre que con el helicóptero Helimer Galicia logró rescatar a casi una veintena de marineros del petrolero Aegean Sea, embarrancado a los pies de la Torre de Hércules en los primeros días del diciembre de 1992.

Todo esto se le vino a la memoria al arriba firmante el pasado jueves, día 19, en punta Herminia, donde, desde entonces, un monolito recuerda al caminante que también el mar es camino de vida y muerte. El toque de oración, interpretado por la banda de música del Ejército, puso en guardia a cuantos asistíamos a este acto mitad castrense, mitad civil, por el que la ciudad de A Coruña rendía homenaje a cuantos entregaron sus vidas en un intento de salvar otras o bien se preparaban para que, en futuras intervenciones, la intervención, además de eficaz, fuese inmediata.

Los nombres de los fallecidos en acto de servicio quedan inscritos en una placa de bronce, muy cerca de la que, hace cinco años, se inauguró en otro monolito levantado en honor a los marinos que, en mayo de 1976, intentaron salvar las vidas de la tripulación del también petrolero Urquiola, partido en dos y hundido tras una explosión registrada en la bahía coruñesa. Entonces falleció el capitán del buque, Francisco Rodríguez Castelo.

Todos los fallecidos en acto de servicio, con la excepción del marinero de Cruz Roja ahogado en su afán de salvar a los tripulantes del Mitera Sotiria del 13 de enero de 1988, tienen aquí, en punta Herminia su memorial, algo más que merecido y que debiera ser considerado como algo propio por aquellos que se aproximan a un lugar que es, ya, de reconocimiento de una entrega a una causa que va más allá del mero cumplimiento de un compromiso.

La niebla del jueves no debe de ocultar lo que de valor encierra actualmente punta Herminia.

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