Crítica
¡Tenemos director!
Julio Andrade Made
El día 12 de este mes, los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia: Dima Slobodeniouk ha renovado por tres años más como director de la Orquesta Sinfónica de Galicia. En el mes de septiembre de 2013, Dima había sustituido a Víctor Pablo Pérez al frente de la orquesta gallega, lo cual no era tarea fácil. El director burgalés cumplía veinte años como titular de la agrupación coruñesa durante los cuales había realizado una ingente labor: la creación de la orquesta en su formato definitivo y la consolidación de un gran proyecto en torno a la Sinfónica (Orquesta de Niños, Orquesta Joven, y además tres coros: Infantil, de Jóvenes y de Adultos). No puede ignorarse la herencia cultural que ha dejado Víctor Pablo en la ciudad y los importantes acontecimientos musicales que se realizaron bajo su mandato: los ciclos sinfónicos de grandes compositores, como Beethoven, Schubert, Mendelssohn, Brahms, Bruckner, Mahler (inolvidable, Octava Sinfonía), Prokofiev, Shostakovich?; los espléndidos conciertos sinfónico-corales; y, sin duda, la Tetralogía wagneriana. Por mencionar tan sólo algunos momentos cumbres. Sin embargo, él mismo comprendía -y así lo manifestó en repetidas ocasiones- que llegado el término de los cuatro lustros se cumplía un ciclo y era conveniente que otra batuta diera continuidad a lo ya conseguido y al mismo tiempo fuese capaz de aportar nuevas ideas, fruto de un legítimo planteamiento personal. Pasaron varios meses y ya entrado el año 2013, por fin se hizo público el nombre del joven director ruso, cuyo nombramiento concitó una rara unanimidad en el más positivo de los sentidos entre críticos, aficionados y profesores de la Sinfónica.
El concierto de 2012
Pero, ¿a qué se debía tan sorprendente consenso? ¿Era conocido Dima Slobodeniouk en el ambiente musical de La Coruña? No, desde luego: él era muy joven y además había hecho su carrera entre Rusia y Finlandia. Se le conoció por un solo concierto con la Sinfónica que además dirigió de manera casual. Por un azar imprevisto, hubo de sustituir a Dmitri Kitajenko, prestigioso y veterano maestro, también ruso, que alegó una indisposición para incumplir el compromiso de dirigir el concierto del 2 de Noviembre de 2012. Como es bien sabido, conseguir una sustitución conveniente muy a última hora no es siempre fácil porque las batutas tienen establecidos sus compromisos y sólo se puede conseguir que venga aquí algún director en una fecha determinada si, por casualidad, le ha quedado un hueco, generalmente entre dos compromisos, dentro de su apretada agenda. Fue el caso de Dima, que dirigía por entonces en Finlandia.
El concierto, todo él con música rusa, incluía Baba Yaga, un breve poema sinfónico de Liadov, Primera Sinfonía de Chaikovsky, Sueños de Invierno, y Cuadros de una exposición de Musorgsky. El éxito fue enorme, impresionante; la versión de esta última obra fue premiada con una verdadera aclamación. y dejó un recuerdo imborrable. De manera que, cuando críticos, aficionados y profesores de la orquesta supieron el nombre del sustituto, manifestaron un gran entusiasmo y fundaron grandes esperanzas en su nombramiento.
La primera breve temporada
En la temporada 2013-2014, ya como titular de la OSG, dirigió pocos conciertos porque hubo de dar cumplimiento a diversos compromisos y organizar su vida familiar. De manera que se hizo cargo tan sólo de cuatro actos musicales (sin contar repeticiones). El 4 de Octubre afrontó un programa variado con obras de repertorio: Prokofiev (Sinfonía clásica), Schumann , (Fantasía para violín y orquesta) y Berlioz (Sinfonía Fantástica). Esta última obra (nada fácil, por cierto) desencadenó reiteradas y atronadoras exclamaciones aprobatorias. Y, al salir de la sala, algunos aficionados, sonrientes, felices, coincidían en el diagnóstico: "¡Tenemos director!" Para el concierto del 24 de Enero se programaron: Nemet, del compositor gallego, Octavio Vázquez, Wessendonck Lieder, de Wagner, y Séptima Sinfonía, de Prokofiev. También aquí la última obra fue saludada con una auténtica aclamación. Una semana después, dirigió el concierto del día 31. Además de Ravel (Alborada del gracioso) y Falla (Noches en los jardines de España), abordó una obra interesantísima que la orquesta interpretaba por vez primera: Las campanas, para solistas, coro y orquesta, de Rachmaninov. Una vez más la valoración del público fue altísima. En fin, el 4 de Abril, Dima interpretó un concierto con una primera parte soberbia: Divertimento para cuerdas, de Bartok, y Concierto para violonchelo y orquesta, de Dutilleux. No estuvo a la misma altura la Renana, de Schumann; en cambio, la obra concertante del músico francés fue premiada con manifestaciones de un entusiasmo desbordado.
El concierto del año
En la presente temporada, de 2014-2015, el titular de la Sinfónica de Galicia va a dirigir en total siete conciertos. Dima se ha instalado en La Coruña con su familia, ya se expresa en español y dice encontrarse encantado con la orquesta y con la ciudad. El primer concierto tuvo lugar el 31 de Octubre. Se interpretaron El festín de Baltasar, suite de Sibelius, Islamey, de Balakirev, y Sinfonía nº 3 "El poema divino", de Scriabin. Programa difícil por complejidad técnica y porque todas las obras se tocaban por primera vez. Sin embargo, "bajo su gesticulación expresiva, rica, nunca extravagante, la agrupación sonó como en sus mejores días". El 12 de Diciembre, Dima planteó un monográfico de Mozart: obertura de Cossì fan tutte, Concierto para piano nº 25 y Sinfonía Júpiter. No fue el mejor programa de los dirigidos hasta entonces por Sklobodeniouk; con excepción de la obra concertante donde orquesta y solista estuvieron al más alto nivel. El siguiente viernes, Dima abordó otro interesante programa: Cuatro Cuadros marinos, de Brtitten, Concierto para violín y orquesta nº 1, de Shostakovich y Danzas sinfónicas, de Rachmaninov. "Elegante, preciso, flexible", realizó una soberbia versión de esta preciosa obra, aunque no fue menos brillante la versión del concierto de Shostakovich. La obra de Britten no alcanzó el mismo nivel. El 13 de Marzo, se plantearon dos obras muy diferentes: Sinfonía nº 5, de Prokofiev y Concierto para percusión y orquesta del compositor finés, Kalevi Aho. La presencia en el programa de esta última partitura, estreno en España, pareció desanimar a una parte del incondicional público coruñés, de manera que en el Palacio de la Ópera hubo muchas butacas vacías. Y, sin embargo, finalizado el acto musical, algunos aficionados aseguraban que había sido "el concierto del año". En la actual temporada, quedan todavía dos programas a cargo del director titular de la OSG. El 17 de Abril, con obras de Federico Mosquera (el notable compositor coruñés), Chaikovsky y Prokofiev. Y el 1º de Mayo, con Stravinsky y Prokofiev: dos obras cada uno de ellos.
Opiniones y criterios diversos
Aunque, como ya se ha dicho, la llegada de Slobodeniouk fue recibida con unánime entusiasmo y, con carácter general, el público se muestra satisfecho, han comenzado a escucharse algunas voces críticas (por el momento, más bien aisladas). No se refieren al maestro ruso como director sino a la elección de los programas. Para unos, resulta excesiva la presencia en ellos de compositores del norte de Europa (Finlandia, Rusia). Para otros, entre las obras elegidas hay demasiadas que son de difícil escucha o, más sencillamente, les resultan desagradables, ruidosas, extremadamente disonantes, y además no son de repertorio. Pero, a tenor del conocimiento de los conciertos interpretados por Dima, podemos observar lo siguiente. En la primera temporada -cuatro conciertos-, se interpretaron doce obras diferentes; de ellas, sólo tres eran de compositores rusos y ninguna de músico finés; en cuanto a obras de difícil o áspera escucha, fuera de repertorio, tan sólo cabría señalar Nemet, de Octavio Vázquez (única representación de los compositores gallegos) y el Concierto para violonchelo y orquesta, de Dutilleux. Y en la segunda temporada -siete conciertos, con un total de veintidós obras distintas- se programaron once partituras de seis compositores rusos (Balakirev, Scriabin, Prokofiev, Rachmaninov, Chaikovsky y Stravinsky), dos daneses (Nielsen y Abrahamsen) y dos fineses (Kalevi Aho y Sibelius). Hay, sin duda, una alta proporción de compositores septentrionales; pero deben tenerse en cuenta dos cosas: la primera, que en su mayor parte se trata de músicos pertenecientes al repertorio universal y además que la mayoría de las obras son de habitual programación en las salas de conciertos de todo el mundo, incluida la nuestra. Y, en segundo lugar, que han podido escucharse o se escucharán obras tan bellas como El festín de Baltasar, de Sibelius, Las campanas, de Rachmaninov, la suite de El pájaro de fuego, de Stravinsky, los Interludios marinos, de Britten; por citar tan sólo algunos pocos ejemplos.
Fe en el porvenir
No podemos adivinar el futuro; pero esperamos que no sea un futuro imperfecto. Y lo más importante es que Dima Slobodeniouk también lo cree. Se muestra encantado con la orquesta y tiene una gran fe en el porvenir, aunque advierte con prudencia que "el proceso de crecimiento de la Sinfónica de Galicia requiere tiempo, y por lo tanto el segundo ciclo artístico permitirá seguir trabajando en ampliar el perfil internacional de la Sinfónica, con giras y grabaciones, al mismo tiempo que consolidamos y ampliamos el público que nos escucha en Galicia y el resto de España". Pero también afirmó, con optimismo que este segundo ciclo permitirá consolidar a la Orquesta Sinfónica de Galicia como un referente europeo. Y, como muestra inequívoca de que esta manifestación no constituye una utopía, ya se ha conseguido algo muy importante: el anuncio para el año próximo de una gira internacional que llevará a la Orquesta hasta Abu-Dabi, donde ofrecerá dos conciertos y tendrá como partenaires a otras grandes agrupaciones instrumentales europeas, como la Staatskapelle de Dresde o la City of Birmingham. Nada menos. La calidad de agrupación y batuta hacen presumir que ese futuro está a nuestro alcance. A nosotros, público y crítica, nos toca seguir apoyando, cada vez con mayor intensidad mediante nuestra infaltable presencia y nuestro fervoroso aplauso, el maravilloso proyecto que esta ciudad, cuyo espíritu es la música, merece por su larga e importante tradición.
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