La ciudad que viví

La niña asombrada por el mar

Pasé mi infancia en una aldea de Lugo, y cuando venía a esta ciudad me maravillaba lo grande que parecía el mar y los edificios, ya que yo vivía en una casa de campo

Inés, con los miembros del coro y la rondalla del Club de Jubilados de Caixa Galicia, en una imagen de 2003.

Inés, con los miembros del coro y la rondalla del Club de Jubilados de Caixa Galicia, en una imagen de 2003. / la opinión

Inés Rodríguez Sampayo

Nací en Castelo, en el municipio lucense de Taboada, donde viví con mis padres, Antonio y María, y con mi hermana Marina. Mis padres se dedicaron a la agricultura y consiguieron sacarnos adelante en una época de gran pobreza, sobre todo para la gente del campo. Mi primer colegio fue en Castelo y después estudié en una academia de Taboada y terminé el bachiller en Madrid, donde más tarde aprobé por oposición una plaza de funcionaria del Estado.

Ya desde niña venía a esta ciudad a pasar las vacaciones y algunas fiestas a casa de mis tíos, que siempre se portaron muy bien con nosotros. La primera vez que vine, con ocho años, me pareció enorme y como no conocía el mar, cuando lo vi me quedé totalmente asombrada de lo grande que era, así como los edificios, que parecían enormes porque estaba acostumbrada a vivir en una casa de aldea en la que las vacas y otros animales vivían con nosotros, por lo que en invierno nos daban calor, aunque en verano nos llenaban la casa de moscas.

La niña asombrada por el mar

La niña asombrada por el mar

Pese a todo, éramos felices con lo poco que teníamos, aunque siempre quise salir de la aldea para vivir en una ciudad, ilusión que se agrandó cuando conocí esta, por lo que acabó siendo la ciudad de mis sueños y cuando regresaba a casa de mis padres enseguida la echaba de menos.

Al conseguir la plaza de funcionaria, primero me destinaron a Gerona y luego a A Estrada, tras lo que en los años ochenta me instalé aquí, donde me destinaron a la sección de informática, que se estaba implantando entonces en todas las instituciones del Estado. Aquí conocí a mis amigas y compañeras de trabajo, entre las que destaco a Chencha, Marisa Martínez, Marisa, Fina, Isabel, Gloria, Pepe y Pilar, con quienes compartí buenos momentos a pesar de que yo acababa de casarme con Juan Luis Rodríguez, natural de Allariz, a quien conocí en Madrid y con quien tengo dos hijos, Pablo y Silvia.

La niña asombrada por el mar

La niña asombrada por el mar

Tengo unos bonitos recuerdos de esta ciudad, que nos acogió tanto a mí como a mi marido con los brazos abiertos y que siempre fue una ciudad abierta, aunque en el pasado lo era más porque todos nos conocíamos en el vecindario y ahora las nuevas generaciones ni siquiera se paran a saludar. Recuerdo los paseos que dábamos los sábados y domingos por los Cantones, la calle Real y las calles de los vinos, que siempre estaban abarrotadas de gente, por lo que no cabía ni un alfiler.

Luego parábamos a tomar un café en alguna cafetería de la zona, como el Otero, el Siete Puertas, La Bombilla o el que servía los tigres rabiosos. Cuando mis hijos se hicieron mayores comencé a participar en las actividades de baile del grupo Xacarandaina, aunque tuve la mala suerte de lesionarme en una pierna y tuve que dejarlo. Posteriormente me integré en el coro del Club de Jubilados de Caixa Galicia, en el cual continúo, ya que me encuentro muy a gusto y me siento como en casa con mis compañeros, ya que tenemos toda clase de actividades y un personal que se porta de manera fabulosa con todos nosotros.

La niña asombrada por el mar

La niña asombrada por el mar

También colaboro con Renacer y con la Cocina Económica, así como con muchos actos sociales y de ayuda a personas necesitadas.

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