A sus siete años, Jorge Grobas lo tiene clarísimo: quiere "ser científico" cuando sea mayor. Ayer por la tarde, se afanaba en construir circuitos con pilas y cables para encender luces, mover las aspas de papel de un ventilador en miniatura y para arrancarle sonido a un timbre. "Lo de abrir el corazón me dio un poco de asquete", reconoce.