-¿Cómo será el curso que impartirá este sábado en el centro cívico de Os Mallos?

-Se llama ¡Uy! Un perro porque es un curso que hemos orientado a un público diferente al habitual. No es para dueños de perros. Es para gente que no tiene perro y que, incluso, siente un poco de recelo o de miedo hacia ellos. Lo que queremos es enseñarles a evitar que los perros sean una molestia para ellos, a no transmitirles mensajes erróneos, a interactuar de forma adecuada, a superar su miedo... Viene Ana Aldao, que es una psicóloga que va a hablar de cómo manejar los miedos.

-¿Por qué hay algunas personas que se llevan mejor con los perros que otras?

-Es un tema cultural. Está muy arraigado que se use al perro como una figura mala, que te muerde si no te comes el bocadillo. Esto pasa por desconocimiento porque la inmensa mayoría de la gente que dice tener miedo a los perros, cuando tiene contacto con uno, se da cuenta de que ese miedo no existe. En el curso vamos a dar a conocer todo lo que los perros aportan y cómo llegaron a vivir entre nosotros y a formar parte de nuestra sociedad.

-¿Y cómo se introdujeron en la sociedad?

-Fue hace muchos milenios, surgió por un tema de basura. Los desperdicios de las agrupaciones humanas acabaron por ser atractivos para determinados grupos de lobos. Con el tiempo, empezó a desaparecer ese miedo entre especies y se produjo el cambio de lobos a perros, en la conducta y también en el aparato digestivo. Desde entonces, son nuestros compañeros y forman parte de nuestra sociedad y aportan un montón de cosas.

-¿Cómo se consigue no dar mensajes erróneos a los perros? ¿Es verdad eso que se dice de que si no les tienes miedo no te hacen nada?

-Bueno, va un poco así. El lenguaje corporal es muy importante, tanto el canino como el humano. Hay que saber comunicarse con los perros para que ellos no nos vean como una amenaza, para poder interactuar de la forma más tranquila y menos problemática posible, para poder entender qué nos quieren decir. Vamos a hablar sobre las expresiones de la cara y del cuerpo para evitar transmitir a los perros que nosotros somos una amenaza.

-¿Qué gesto o qué conductas interpretan los perros como peligrosas hacia ellos?

-Muchas veces intentamos hacer los gestos de alegría humana, intentamos fingir una sonrisa cuando, precisamente, enseñar los dientes y mirar fijamente a un perro son signos claros de amenaza. Es uno de los errores más habituales, mirarle con una sonrisa cuando es lo peor que se puede hacer. La mejor manera de decirle a un perro 'no quiero problemas contigo, te respeto' es, precisamente, todo lo contrario, darle la espalda y girar la cabeza y no mirarle. El lenguaje que funciona entre humanos no es válido con los perros.

-¿Y tocarlos sin conocerlos?

-El tema del contacto es complicado. Cuando superamos la barrera física, todo va bien y el perro se convierte en nuestro amigo. Para iniciar el contacto, sin embargo, hay que estar muy seguros y hay que ver en el perro mensajes de tranquilidad y de afecto. Tenemos que saber cómo acercarnos y saber por dónde iniciar ese contacto.

-¿Por dónde se debe empezar a acariciar a un perro?

-Lo ideal es no tocarle la cola ni la cara. Lo mejor es empezar por la zona de la espalda, pero haciendo primero un acercamiento relajado, mirando de lado y haciendo una curva, no en línea recta ni mirando de frente, que es lo que solemos hacer, sobre todo los niños. En el curso vamos a hablarle mucho a los niños y a explicarles por qué no deben tener miedo a los perros. Les vamos a decir que no deben agacharse delante del perro, porque lo puede interpretar como un movimiento agresivo.

-Pero después hay niños que les hacen auténticas diabluras a los perros y éstos no se inmutan o hasta se divierten.

-Sí, la interacción entre perros y niños es muy positiva a todos los niveles, pero ahí, la barrera física ya está rota y se ha establecido el contacto. Cuando esto pasa se forma un vínculo entre el perro y el niño que puede durar toda la vida.