El edificio Citröen fue abierto en la década de los sesenta por Luis Rodríguez Amado como estación de servicio para el lavado y engrase de camiones. El arquitecto fue Andrés Fernández-Albalat. Prestaba servicio a los transportes que trabajaron en el relleno de San Diego, las obras de construcción de la refinería y el transporte de pescado a Madrid. Es en 1966 cuando la firma empezó a comercializar en General Sanjurjo los vehículos de Citröen.

En abril de 2012, la caída de las ventas por la crisis puso fin a 44 años de actividad en esta construcción, de 9.000 metros cuadrados. El expresidente del Colegio de Arquitecto, José Manuel López Mihura, centraba como único valor del edificio racionalista su "innovador muro cortina", creado según los preceptos del movimiento moderno.

Aunque tenía licencia de derribo, en octubre de 2013, el bajo clausurado vuelve a la vida. Una segunda oportunidad motera para el edificio, que justo cumplía medio siglo como vecino de A Gaiteira-Os Castros. Sus escaparates comenzaron a lucir un reconocible y popular neón, el de la marca Harley Davidson, que se instaló en el establecimiento para vender motocicletas, productos de la marca y exponer espectaculares máquinas históricas.

La Concejalía de Urbanismo declara caducada la licencia de demolición que concedió hace dos años al edificio Citröen, en General Sanjurjo. El Concello había retirado el inmueble del catálogo de edificios protegidos del plan general, lo que permitía un derribo que finalmente no se ha consumado. Actualmente, el bajo está ocupado por la sede coruñesa de Harley Davidson.

El permiso para derribar el edificio, que se levanta en la esquina de la avenida General Sanjurjo con la ronda de Outeiro, fue concedido el 3 de septiembre de 2012 a los propietarios del edificio, Luis Rodríguez Carballido CB. Pasados los dos años concedidos a los dueños para iniciar los trabajos, una inspección municipal comprobó que estos no se habían materializado.

En la primera versión del plan general, el equipo redactor de Joan Busquets había incluido el inmueble con un nivel de protección estructural, que solo permite obras de restauración, conservación y rehabilitación, "debiendo mantener sus fachadas y formación de cubierta, así como sus elementos estructurales". Había sido una sugerencia de la Concejalía de Rehabilitación del nacionalista Mario López Rico.

La idea era preservar parte del patrimonio arquitectónico industrial de la ciudad. Junto al edificio Citröen quedaban blindados la sede original de Begano, de Andrés Fernández-Albalat y Antonio Tenreiro, y el concesionario circular de la Seat, en Alfonso Molina.

Como respuesta, en febrero de 2010, la compañía había presentado una alegación al plan general. Argumentaba que la construcción, que también tiene fachada hacia la calle Posse, no poseía "valor arquitectónico alguno" y que la catalogación carecía de justificación "con errores y una ficha vacía de contenido". De mantenerse la protección, añadían, la actividad se podría ver "limitada", advirtiendo además de que podrían solicitar una indemnización por ello.

Los técnicos dirigidos por Joan Busquets desestimaron la alegación presentada, a pesar de reconocer que la ficha estaba incompleta. Sin embargo, el Gobierno municipal, ya tras la llegada del PP, apoyó finalmente el deseo de los propietarios del edificio Citröen. En la aprobación provisional del plan, en agosto de 2012, la protección era retirada. El inmueble se convertía en el único elemento protegido que perdía esta condición una vez superado el periodo de exposición pública de la nueva normativa urbanística.

Solo un mes después de esta aprobación provisional, la familia propietaria solicitaba la orden de demolición para uno de los edificios más emblemáticos del barrio. El concejal de Urbanismo, Martín Fernández Prado, justificaba que "el edificio estaba catalogado como edificio modernista y no lo es". Según el edil popular, los dueños habían presentado un informe del arquitecto, Andrés Fernández-Albalat, en el que alegaba todos los cambios realizados en el inmueble para justificar su ausencia de valor. "El autor del edificio dice que ya ni se parece al original con los cambios que se han hecho; está muy transformado y ya no tiene ese valor", concluyó el edil popular.