Víctor Abundancia (Tui, 1958) se dio a conocer durante los años de la movida como parte del grupo Los Coyotes, del que extrajo un apellido artístico con el que lleva dos décadas haciendo música en solitario. Hoy presenta en concierto su último trabajo, De pueblo y de río, en el que versiona tanto canciones populares españolas y portuguesas como hits venezolanos o griegos. A las 21.00 horas en el Museo de Arte Contemporáneo.

-¿Qué simbolizan el pueblo y el río?

-El pueblo es no ser de campo ni de ciudad, sino de un punto desprestigiado, a medio camino, sin la ideología hippie del campo ni tampoco la tontería de la ciudad. La historia esta del rock urbano es un poco tonta, un poco absurda.

-¿Y el río?

-También le pasa algo parecido. Está el mar y la montaña (ríe). En Galicia hay un montón de ríos y siempre se identifica con el mar. Los ríos vertebran mucho los sitios, y, por otra parte, son maravillosos.

-En este disco dice despojarse de lo que no es el alma de la canción. ¿Qué significa, que se decanta por un estilo minimalista?

-Sí. Viene condicionado por varias cosas. En primer lugar por la economía, que evidentemente no va bien. Intenté hacer un disco barato, dentro de que mis discos no son caros. Sé que parece que un artista nunca debe plantearse lo barato, pero yo sí lo hice, y, además, quería que fuera creativo y más interesante que muchos otros más caros. Lo hice de versiones, y quería hacerlas de una manera más ingeniosa y dándole otra vuelta.

-Adapta temas griegos, venezolanos, portugueses, rockeros, campesinos, napolitanos... ¿Escucha música de todos los estilos?

-Sí. Lo que no entiendo es cómo, a estas alturas, alguien pueda seguir con o los Beatles o los Rolling. Para un documental, le enseñé a unos hiphoperos de Santiago una canción folclórica portuguesa, para que hicieran una versión. La cara que pusieron no hubiera sido de más perplejidad si les hubiera enseñado música de cuernos de Nepal, si es que existe. Hoy en día las manifestaciones artísticas están al alcance de todos, por internet, y es absurdo no haber escuchado nunca una canción de música llanera, por ejemplo. Otra cosa es que la escuches y no te interese, o que tú tengas una actitud cerril ante la vida, que a mí me parece bien. Pero que a estas alturas hagas un disco de versiones y tenga que seguir saliendo el Yesterday me parece realmente patético, y de complejo de inferioridad.

-¿Por estar siempre imitando lo anglosajón?

-Sí? Aquí pasamos de lo global al localismo más exagerado. El mío es un disco local, de pueblo, con canciones desnudas. Hay una riqueza musical impresionante dentro de todas las culturas que hablan en español, que recibo directamente por el idioma.

-En el disco predomina la guitarra. ¿Tiene algo de especial?

-(Ríe). Bueno, es lo que yo toco, y me gusta mucho. Es el instrumento español por antonomasia y el del flamenco y el rock clásico. Además, hay muchas maneras de tocarlo que no son el ritmo de rock and roll, cuatro por cuatro. En el disco uso bases rítmicas diferentes.

-¿La guitarra está infrautilizada, entonces?

-No, no. Cada uno hace lo que puede y lo quiere. No es que esté infrautilizada. Hay muchas músicas en el mundo. Hay formas de tocar la guitarra que juntan ritmo y melodía, como la flamenca, que emplea ambas a la vez, o la técnica de viola caipira que se usa en la música sertaneja brasileña. Yo cojo de unos lados y de otros, sin afán enciclopédico ni militancia en que haya que hacer una música global. Lo uso y lo convierto en mi estilo: no trato de hacer exactamente un rock and roll, o exactamente un joropo.