El sellado de los vasos de la planta de Nostián es una obra autorizada por la Xunta desde 2010 y que llega al final de los cuatro años de Gobierno local de Carlos Negreira sin avances, a pesar de figurar en los presupuestos de 2014 y 2015. Según las previsiones económicas para este año, los trabajos, que cuestan 3,5 millones, tendrían que iniciarse a lo largo del ejercicio y no se culminarían hasta 2016. A su contenido se le suman ahora los 8.500 metros cúbicos de rechazos trasladados en las últimas semanas desde un vertedero supuestamente temporal abierto en 2003, que la concesionaria dejó bajo un "manto vegetal" durante doce años, hasta abrir el expediente para corregir la situación anómala.

En las últimas semanas, la concesionaria de la planta ha estado subsanando el enterramiento de basura que realizó dentro de sus terrenos pero fuera de los depósitos habilitados para ello en el año 2013. Una situación que debería de haber sido "temporal", como reconocía el Ejecutivo municipal vazquista, pero que se prolongó durante doce años.

Maquinaria de Albada ha estado recuperando y trasladando los desperdicios a los vasos a los que no se llevaron porque, argumentan más de una década después, en esos meses había una obra que impedía que los camiones llegasen a los verdaderos depósitos. El traslado permitirá que esta basura no se quede fuera del sellado, en el caso de que llegue a materializarse. El Concello coruñés, que está enfrentado en los tribunales a la empresa concesionaria por una cuantiosa reclamación económica, volvió a optar por mantener silencio cuestionado sobre los trámites del proceso para el cierre de los depósitos.

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Nostián tiene una autorización de sellado de la Xunta desde el año 2010, que el Concello nunca ha llegado a abordar. Albergan los rechazos -residuos que ya no pueden ser reciclados- de la planta de tratamiento de basuras de Nostián. Cinco años después, la situación permanece invariable.

La auditoría técnica de las instalaciones constata que el primero de los tres depósitos se agotó joven. La primera celda del vertedero, con capacidad para 183.500 metros cúbicos de basura, se llenó en un año, en septiembre de 2001, tras recibir 171.374 toneladas de residuos. Es la única que está sellada para evitar problemas medioambientales. El segundo vaso, con una cabida similar, también tuvo una vida útil de solo un año. El tercero, con el doble de capacidad de almacenaje que la suma de los otros dos, se agotó en julio de 2007, cinco años después de que Albada hubiese comenzado a construirlo.

Las dos celdas en las que se realizaron los vertidos desde 2001 no fueron selladas, a diferencia de la primera, lo que puede originar riesgos de fugas de productos tóxicos a causa de las lluvias que caen sobre los residuos. En enero de 2013, los trabajadores de la planta denunciaron la existencia de vertidos de estos líquidos contaminantes, denominados lixiviados, hacia la cala de Bens, pero el Gobierno local lo negó y atribuyó la iniciativa a problemas laborales en la instalación.

El sellado, que requiere una inversión de 3,5 millones de euros, se incluyó en un presupuesto municipal por primera vez en 2011, el último año del Ejecutivo de coalición entre socialistas y nacionalistas. A mitad de aquel año se celebraron las elecciones municipales y hubo un cambio de gobierno. El proyecto quedó aparcado, a la espera de las auditorías técnicas y económicas que el Gobierno del PP de Carlos Negreira mantuvo ocultas durante más de dos años a pesar de que había prometido poner "luz y taquígrafos" sobre las instalaciones y la mayor de las concesiones públicas del Ayuntamiento.

No fue hasta 2014 que el sellado del vertedero figuró por primera vez en un presupuesto aprobado por los populares, con una partida de 60.000 euros para ese ejercicio, otra de 1,9 millones para 2015 y una final de dos millones para 2016. Ni un paso de nuevo. Los presupuestos de 2015 vuelven a incluir la actuación, pero solo con una partida testimonial de 50.000 euros y se pospone para 2016 otra de 3,4 millones.