La pianista Eunice Martins (Berlin, 1965) imparte hoy a las 16.00 horas en el MAC un taller de sonorización del filme mudo francés con director español Viaje a Júpiter, y, mañana a las 19.00 horas musica El gabinete del doctor Caligari en el Teatro Colón, en la gala de inauguración del festival (S8).

-¿Cómo empezó a trabajar con el cine mudo?

-En 1997 y por casualidad. Un grupo de amigos que hacían investigaciones acerca del cine, hicieron un programa de cortos mudos de comedia, y ofrecieron probar. Y desde entonces, nunca paré.

-¿Le atrae el cine per se, o mezclar cine y música?

-Siempre he ido a menudo al cine, y estudié música. Llegaron a juntarse dos cosas muy importantes en mi vida. Lo más interesante de mezclar cine y música es unir dos formas de arte que operan en el tiempo y crean algo nuevo. Ni la película desaparece detrás de la música, ni la música sirve a la imagen, sino que ambas crean una tercera cosa, que es más que sus dos componentes en solitario.

-¿Cómo se combinan la pura imagen y el puro sonido?

-Ambas formas de arte tiene leyes y mecánicas muy particulares en la forma que operan y crean. La película muda, puramente visual, es bella, me encantan los filmes experimentales. Pero no se trata de eso, sino de qué pasa cuando se junta con la música.

-¿Hay papel para la improvisación en las funciones?

-Sí, por supuesto, depende del tiempo de preparación y de la película. Normalmente, la improvisación es una parte de los espectáculos. Trabajo con elementos específicos, que preparo antes y que sé en qué momento introducir. Y también depende de cómo responda el público. Porque, afrontémoslo, el cine mudo, aún más a día de hoy, es algo extraño, estrafalario. Mi trabajo es hacer que la película llegue a la audiencia y viceversa. Crear algo actualizado, algo contemporáneo. Que, de repente, no veas a una diva extraña o una interpretación extravagante, sino que digas, ah, esta es básicamente la misma historia que siempre cuenta el cine.

-¿Mañana reproducirá la música original de El gabinete del doctor Caligari

-La que tocaré es música compuesta por mí. Hasta donde yo sé, no existe una partitura original de esta película. De las partituras originales que se hicieron para películas de los años 20 muchas se han perdido, aunque algunas se han conservado y se han restaurado los filmes con esa música. Lo que yo hago es conectar con la idea de la película, y también traducirla a la música y traerla a nuestros días. Y, por supuesto, es mi interpretación.

-¿Diferentes músicos podrían hacer diferentes interpretaciones, igualmente válidas?

-Sí, exactamente. Es muy importante tratar de comprender y conectar con lo que pasa a nivel visual. Tienes que cavar más hondo y entender los múltiples niveles de la película.

-¿Y en el caso de El gabinete del doctor Caligari

-En un filme que tiene muchos niveles. Si lo haces de manera muy simple, dices, bueno, aquí tenemos una narración, en algunos momentos tensión, después una fanfarria, una pequeña historia de amor, luego algo rápido? Eso sería lo que hacían en los primeros momentos del cine mudo: tenían piezas compuestas para sentimientos y las iban juntando una tras de otra, sin ahondar en lo que sería la idea subyacente. En Caligari, las cosas acaban por no ser lo que parecen ser, y al final no sabes lo que ha pasado. Tienes la narración, y tienes las imágenes, que son súper importantes. Algunas veces, con el cine mudo, conecto más con su cualidad visual que con la narración, porque haya un sentimiento que quiera transmitir a través de la música.

-Hoy imparte un taller de sonorización del filme Viaje a Júpiter

-Hoy haremos una inmersión muy rápida en esta película. No solo quiero experimentar sobre cómo crear una línea de sonido sobre imágenes en movimiento, sino también explorar las posibilidades sonoras de diferentes materiales. Todo el mundo puede venir: no es necesario que sepas tocar un instrumento, porque lo que siempre pido a la gente que viene y sabe tocarlo es que lo interprete de forma no convencional: que toque el piano de forma extraña, o dando toques sobre la caja. Entrar en modos no explorados abre las orejas y la mente a estructurar un sonido desorganizado en relación con el tiempo. También es divertido.