Moncho Borrajo (Baños de Molgás, 1949) lleva 43 años sobre los escenarios. Sus últimas obras, todas ellas inspiradas en la literatura clásica, son Golfus Hispanicus, Yo, Quevedo y Moncho Panza, que se estrena este jueves a las 20.30 horas en el Teatro Colón y que permanecerá en cartel hasta el domingo.

-Esta es la tercera obra que le dedica a la literatura...

-Es un poco terminar la trilogía. Después de la muerte de mi padre, cuando yo me retiré aquellos años en los que engañé muy bien a toda España (ríe)?

-Perdone, ¿cómo la engañó?

-Dije que me retiraba pero era para que mi padre se convenciera de que era verdad, si no no había quien lo manejara. Ahora termino la trilogía aprovechando el centenario del Quijote. Me encantaría haber hecho del Quijote, pero no me pega (ríe). En la obra Sancho le comenta al Quijote lo que está pasando en la sociedad de hoy en día. Le hablo del cine, del teléfono, cuando me hacen gobernador de Barataria doy un discurso? Luego tengo dos ideas, depende de cómo responda al público. Cuando haces humor, hasta que no ves cómo responde no sabes si funciona o no.

-¿No le pone nervioso este componente de improvisación?

-Me pone nervioso que el concepto general guste. Estoy con los nervios que parezco una parturienta a la que le quedan cuatro días. Tras 43 años, este país te examina todos los días. Hay un momento en el que colabora la gente conmigo, sacaré a seis al escenario. Eso siempre funciona muy bien.

-¿Lee mucho a los clásicos?

-Siempre me han gustado. El Quijote es una historia espléndida, aunque nos meten miedo con el tocho. Sancho siempre está con refranes, yo los acabé: Político que promete, polvo sin condón. Mejor dar la espalda a maricón que a ministro. Al que vende barato, el chino se lo rebaja. No hay rica que no tenga un bolso comprado a un negro. No has de mentar la hipoteca en casa del desahuciado (ríe).

-¿Sigue habiendo censura en el teatro?

-Hay censura. Antes, con Franco, el problema era que tú eras tu propio censor. Lo peor es la autocensura, cuando uno ya ni presenta las cosas, se las corta él mismo. Pero teníamos facilidad para darle la vuelta a la chaqueta, y la ironía, que los gallegos teníamos ese aroma del doble sentido. Ahora sí que hay censura, lo que pasa es que es soterrada, callada, y en nombre de la democracia. Hay teatros donde no he trabajado nunca porque no le gusto al concejal de cultura, o porque determinado grupo político no le gusta lo que digo. ¡Y eso que me he metido con todos! Al principio me enfadaba, pero ahora no: sé que tengo que pagar un peaje y lo pago, pero soy libre.

-¿Lo hace en el nombre de la coherencia?

-Del respeto por mí mismo. No puedo meterme con un ladrón si yo robo. ¿Cómo voy a meterme con Belén Esteban si salgo en Sálvame todos los días? En este país falta coherencia. Yo siempre me he metido con el poder establecido: con Franco, con el Rey, derecha, izquierda? Nunca con los defectos físicos. Sí con los pijos, los nuevos ricos, los prepotentes, con los que van a Sanjenjo, hija [agudiza el tono de voz]? Critiqué a Almodóvar por llamar asesino a Aznar y recoger un Óscar calladito.

-¿Falta coherencia en el mundo artístico?

-Falta en todo. Y hay gente muy coherente, como Pilar Bardem. Si hay unas directrices en tu periódico que no compartes, deberás ir metiendo tus propias ideas con inteligencia: no enfrentarte con el director y perder tu trabajo en los tiempos como estamos. Pero de eso, a venderse, hay un abismo. Siempre comparo la coherencia con el agua, se filtra poco a poco.

-Se dice desde hace muchos años que el teatro agoniza.

-Es el gran enfermo de la vida, Moliére acertó. El teatro es cultura pero nunca se le ha dado esa importancia en este país. Esa fama que corrió hace años de que todas las actrices eran putas y todos los que trabajaban en cabarets ladrones y drogadictos, aún hoy sigue.

-De de las historias del Quijote, ¿cuál le parece más actual?

-Todas. Lo roban, lo apalean? Nos roban, nos apalean. El que defiende a una mujer a la que están maltratando acaba recibiendo los palos. Queman los libros de Don Quijote. Hoy se están cerrando dos librerías diarias en España. El Quijote nunca pasará de moda, porque, si lo analizas bien, es adaptable a cualquier momento: un Quijote idealista, soñador, utópico, y Sancho que le dice que baje a tierra, ¡es Podemos! Pretendo que nos riamos y hacer una crítica social. Que es lo que pretendo siempre.