Los vecinos de la Ciudad Vieja, los comerciantes del barrio y de la zona Obelisco comparten la misma idea sobre el estado actual de la reforma de la Marina. Creen que hay "poca sombra", que los bancos no son funcionales y que falta verde. Denuncian que nadie les haya explicado cómo va a quedar el proyecto una vez finalizado, ya que no saben qué pasará, por ejemplo, con las líneas de bus o con el tramo de Puerta Real, en el que antes estaba el quiosco y en el que está el cristal que, entre el polvo, deja entrever los vestigios de la ciudad amurallada.

El Gobierno local de Marea Atlántica -que criticó en campaña la inversión en esta parte de la ciudad para soterrar el tráfico en una época de crisis-se muestra abierto a introducir "pequeñas modificaciones" en el diseño para conseguir que la Marina tenga más sombra. Así lo manifestó el concejal de Rexeneración Urbana e Dereito á Vivenda, Xiao Varela, en una visita a las obras. El edil aseguró el pasado miércoles que los cambios que se introduzcan serán "de muy bajo coste" y que se harán después de recoger las opiniones de los usuarios de la zona.

Del proyecto, en principio, se cae el "lujo prescindible" de la pasarela de 630.000 euros" desde la que los visitantes podían tocar el mar. La última modificación del proyecto ya no recogía la ejecución de esta estructura.

"No está acabada, pero por ahora, la explanada es muy dura y muy grande y no tiene cobijo de ningún tipo. Los bancos son imposibles, ahí no se puede estar, son asombrosos por lo poco funcionales que son", ironiza la presidenta de la asociación de vecinos de la Ciudad Vieja, Rosa Quiroga, que confía en que, con la puesta en funcionamiento de los locales de hostelería, la plaza sea "más habitable" y que ofrezca una cara más amable, con más sombra.

El presidente de la Zona Comercial Obelisco, Antonio Amor, demanda que la Marina se convierta "en una sala de estar", pero cree que todavía son necesarias varias actuaciones para lograr este fin. "Hay poca sombra, faltan árboles y más bancos y que los asientos estén más cerca del mar porque, en teoría, este espacio es para abrir la ciudad al mar", explica Amor, que desconoce todavía cómo quedará "la subida a María Pita".

Para el presidente de la delegación coruñesa del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), Roberto Costas, hay dos actuaciones que no son ya reversibles pero que son lamentables: El derribo del edificio de Sanidad Exterior y de la antigua oficina de turismo de la Xunta.

Para Costas hay, sin embargo, "deficiencias subsanables", como paliar la escasez de sombra con "árboles de más porte" y poner "más verde" para "quitarle dureza" a la explanada. Para esto, el presidente de la delegación coruñesa del COAG propone "darle más usos" al espacio y "recuperar su carácter", por ejemplo, construyendo "una gran zona de juegos", como la que estaba reflejada en el proyecto y que todavía no se ha ejecutado. Y es que la Marina, antes de su modificación, tenía un parque infantil que, por ahora, ha perdido.

Sobre los bancos que tanto incomodan a vecinos y paseantes, Costas tiene claro que, más allá de los gustos, los elementos que se pongan en la plaza tienen que ser "funcionales". "Si estos no lo son, habrá que poner otros", dice sobre los asientos. El proyecto de urbanización diseñado por el arquitecto Luis Collarte no convence tampoco al presidente de los hosteleros de la Ciudad Vieja, Adolfo López, porque considera que no cumple la función para la que fue concebida. "Parece que las obras no van a acabar hasta octubre, así, se hace más complicada la peatonalización de la Ciudad Vieja", critica López, que solicita al Gobierno local de Marea Atlántica que se reúna con vecinos y comerciantes para hablar de los plazos y de las posibles modificaciones a introducir en el proyecto.