El Museo Arqueológico de San Antón se prepara para recibir una nueva pieza. A partir de septiembre, la sala de prehistoria contará con un petroglifo procedente de Socastro, en Herbogo (Rois). El grabado, de motivos concéntricos, será expuesto junto a otras tres piezas similares, procedentes de diferentes yacimientos, según declaró ayer el director del museo, José María Bello. Por sus características, Bello afirma que "no es una pieza única", pero que "será muy bien recibida" y que "completa" un poco más el espacio dedicado a esta parte de la historia.

La pieza fue hallada en 2012. El yacimiento de Herbogo, situado junto a la aldea de Socastro, se excava "ininterrumpidamente desde 2008 en pequeñas campañas" que promueven el propio Concello de Rois y la Dirección Xeral de Voluntariado, según apunta el arqueólogo Nacho Crespo. La empresa de arqueología de Crespo, Argos, tuvo "el privilegio de ser la primera en participar en las excavaciones", y lo ha hecho, de nuevo, desde 2013. Crespo manifestó que el petroglifo fue encontrado "exento", algo que "no es común", ya que se trata de grabados que se realizan "en peñas o afloramientos con vocación de visibilidad y de perdurar". Según el arqueólogo, "fue extraído de su ubicación original en algún momento de la Edad de Hierro". Ésta fue la primera etapa de ocupación documentada del castro, "en el siglo II o incluso III a.C.", pero se sabe que volvió a estarlo en época romana; primero en la etapa altoimperial, en torno al siglo I, y luego en el siglo III, según declaró Crespo.

La excavación de estos diferentes niveles fue dirigida por arqueólogos, pero en ella participan cada verano "jóvenes de 18 a 30 años de un campo de trabajo" organizado por la Xunta. Crespo considera que la arqueología social es "indispensable para la pervivencia de la profesión y la supervivencia del patrimonio" y que los arqueólogos deben "escribir para los depositarios últimos de este", es decir, para la sociedad en su conjunto. En torno a estos espacios surge un "imaginario popular riquísimo", de igual forma que existen saberes como "la localización de minas de auga y fuentes" o la propia microtoponimia, que con el paso del tiempo se pierden.

Para Crespo, si no se consigue hacer partícipe a la ciudadanía, que es quien puede "evitar la destrucción y el olvido" del patrimonio, el trabajo de los arqueólogos "no habrá valido la pena".