La actriz argentina Yanina Ivaldi impartirá un taller de cuentacuentos todos los martes de octubre y noviembre en la librería Suévia (Vila de Negreira, 32).

-¿Cuánto tiempo lleva trabajando como cuentacuentos?

-Tengo la carrera de arte dramático por el conservatorio superior de Buenos Aires. Desde hace tres años me dedico exclusivamente a esto, a partir de una obra de teatro que adapté a cuentacuentos.

-¿Es muy necesario improvisar en este tipo de narración?

-La improvisación ayuda mucho de cara al público, pero para llegar a ello tienes que aprenderte bien el cuento. La improvisación es una técnica: muchos se piensan que es hacer cualquier cosa pero no, todo lo contrario. Tienes que saberte bien el cuento, su estructura dramática para luego poder improvisar. Requiere cierto aprendizaje.

-¿E interactuar con los niños?

-Hay que tener en cuenta las edades. Hago los cuentos muy teatralizados, hago cosas con figuras o títeres, voy con vestuario? La palabra no puede ser monótona, tiene que tener intención. Contar un cuento lo hace cualquiera, pero los niños se pueden dormir (ríe).

-¿Qué es lo más importante para llegar al público infantil?

-Una de las cosas más importantes es la elección del cuento. No todos se dan para hacer un cuentacuentos, aunque todos los puedes adaptar. E introducirlo. Normalmente hago antes pequeños juegos, o pequeñas canciones, para darle dinámica. La dinámica del cuento es lo más importante, para que los niños no se aburran y estén atentos.

-¿Y en qué es lo que más se falla al contar cuentos?

-Estar leyendo el cuento en el libro. Uno puede tener el apoyo del libro para mostrar imágenes, pero tienes por lo menos que leértelo algunas veces e improvisar. Cuando he visto que los niños se aburren o que la narración no funciona muy bien es porque el cuentacuentos lee el cuento en el momento, normalmente. Es un error.

-Y el público infantil no se callará las críticas...

-Es el público más sincero que uno puede tener. No se callan, se van, empiezan a gritar, se levantan, quieren comer, un desastre. El peor público (ríe).

-¿Cómo gestiona el ritmo y la estructura de un cuento?

-Uso herramientas teatrales. La gestualidad ayuda mucho al ritmo. También hacer la introducción más pausada, y luego cuando se llega al conflicto darle un poco más de velocidad? Depende también del cuento. Yo utilizo música de fondo, sonidos, onomatopeyas? Si ves distraídos a los niños les haces alguna pregunta, sacas un objeto, escondes algo... Tienes un montón de herramientas para que el cuento sea dinámico.

-¿La cultura audiovisual de hoy hace que los niños atiendan menos a los cuentos?

-No he visto que afecte para nada, porque narro los cuentos de forma muy dinámica. El año pasado hice un cuentacuentos en una guardería, y la verdad es que me sorprendí porque los niños, se portaron súper bien. Y eran muy pequeños, de uno, dos o tres años. Luego hablé con la directora y me dijo que todos los días les leían un cuento. Se nota cuando hay lectura de fondo, tienen el hábito de leer y saben de lo que se trata. Luego, hay una edad en la que no están para cuenta cuentos. A partir de los diez, once años? Las niñas aguantan un poco más, pero los niños (ríe)?

-¿Los cuentacuentos se pueden aprovechar para adultos?

-Sí, por supuesto. Para adultos se le suele llamar narrativa oral. Yo me juntaba con un grupo de amigas: una tejía, otra hacía artesanía? Y una leía. Íbamos cambiando el rol. Para mí eso está buenísimo. Además, la lectura te abre la imaginación al cien por cien.