La construcción de una balsa en la que el Puerto depositó los lodos dragados en el fondo de la bahía suscitó en 2001 la última gran movilización vecinal desarrollada en torno a Lazareto y Oza. El lugar elegido para verter el fango fueron los escasos metros de playa que quedaban entre los varaderos y el faro de Oza, que se cercaron y rellenaron. El temor al carácter tóxico de los sedimentos alertó a todo el movimiento vecinal coruñés, que en mayo llevó a cabo una manifestación para intentar echar atrás el proyecto, aunque nuevamente sin éxito. La presión popular llevó al entonces presidente del Puerto, Antonio Couceiro, a imitar a Fraga en Palomares bañándose en Oza para demostrar que las aguas de la playa carecían de peligro para la salud. Sobre el relleno en los restos de Lazareto se levantaron años después instalaciones náuticas.