Jordi Sierra i Fabra (Barcelona, 1947) ha publicado cerca de 500 libros, desde literatura infantil a ensayos sobre música. El jueves da una charla a las 20.00 horas en el centro Ágora, dentro del ciclo Libros en directo.

-Calcula que ya lleva 11 millones de ejemplares vendidos. ¿No nota la crisis?

-Tengo colegas que han bajado las ventas un 70%, pero a mí, o me quieren mucho los maestros o los chicos, porque no he notado mucho el bajón. Me dicen los maestros que cuando ponen un libro mío como lectura obligatoria los chichos no se los tiran a la cabeza. Escribo porque me gusta, pero si encima me leen, mucho mejor.

-Ha tratado en obras para jóvenes temas duros, como la guerra o el sida.

-Nunca he hecho una novela pensando: 'Voy a hablar de drogas para que los chicos no tomen drogas'. Hago el libro porque el tema me interesa a mí. ¿Quién soy yo para querer cambiar el mundo, o a un chico? Aunque los libros nos cambian la vida, como me la cambiaron a mí, y es normal que si vendo tanto haya gente que se sienta atrapada por lo que digo y le ayude.

-Este año se cumplen 60 desde que escribió su primer relato.

-Sí, tenía ocho años, en el hospital. Tenía tres páginas (ríe).

-En su infancia y adolescencia leía muchas novelas de consumo.

-Cutres y horteras. Libros baratos, los que podía alquilar con los dos reales que me sacaba vendiendo pan duro y diarios viejos. De autores españoles represaliados que firmaban con nombres americanos.

-¿Cómo es la influencia del cine en su obra?

-Brutal. Yo soy hijo de lo que he leído, pero creo que del cine en mayor medida. Todos los días veo una o dos películas, es normal que mi literatura sea muy cinematográfica.

-¿Qué géneros sigue?

-Lo que haya. Hay días que el cuerpo te pide reírte, otra día ves una de superhéroes, y otro una película iraní de una niña a la que violan y venden como esclava. Si algo me interesa voy a verlo.

-¿Ha tenido que adaptar su lenguaje a los jóvenes de hoy?

-Es muy patético que un tío de mi edad quiera hacerse el guay. Pero yo siempre he hablado igual; vengo de la música rock. El mayor elogio que me hace un chaval de quince años cuando acaba una charla es decirme: 'Joder, eres un tío legal'. Diferencian al que es honesto del que es impostado. Y los jóvenes han cambiado, pero en mis novelas hablo de sentimientos, de personas, y la gente se enamora igual, hace lo mismo. En mis libros hablo de gente real. Claro que les entran, porque tocan sus sentimientos.

-Empezó a escribir obras de ciencia-ficción hace décadas. ¿Hay un complejo de los autores españoles de este género?

-Sí, sí. Acabo de sacar Soy una máquina, un libro de diez relatos de ciencia-ficción. ¡Lo que me ha costado publicarlo! En cine hay colas para ver Star Wars, pero haces un libro de ciencia ficción y te dicen que en España no se venden. Haces relatos: 'Es que en España los relatos no gustan.

-Pero consumimos bastante ciencia-ficción anglosajona.

-La gente cree que los yanquis son mejores, pero en España hay buenos novelistas, tío. La ciencia-ficción es un tema que me interesa mucho, pero reconozco que escribo menos y no sé si porque sé que cuesta mucho publicarlo.

-Dicen que no corrige nunca sus libros.

-Primero trabajo mentalmente el libro, hago un guión exhaustivo, le doy cincuenta vueltas? Una vez que tengo hecho el guión, me siento y lo escribo, y en cuanto acabo lo mando a la editorial. Para mí, corregir es enfriar. Una vez que la obra está hecha prefiero que sea honesta y salga caliente para el lector.

-Bradbury decía que en la rapidez está la verdad.

-Lo suscribo, y también decía que cuando más escribes mejor lo haces. He hecho casi quinientos libros, no soy licenciado en nada, no tengo ninguna carrera, pero he aprendido escribiendo.

-¿Qué opina del concepto de novela juvenil?

-Siempre me ha parecido un poco raro. Hay libros infantiles, con cuentos, pero lo demás son novelas que puede leer un tío mayor o uno joven. Yo simplemente hago libros, que luego la editorial pone en una serie o en otra. La película de El Bola va un niño de 12 años al que le pegan palizas y la ven adultos, pero si yo hago un libro con un protagonista de 12 años, me lo van a publicar en una colección infantil, seguro, aunque sea un libro muy duro. ¡Prima la edad del prota! Y como siempre estoy con gente joven, de cada diez novelas mías, en siete el chico tiene entre 15 y 20 años, ya que es la gente con la que estoy siempre.

-¿Cómo se relaciona con gente de esa edad?

-Tengo la puerta abierta, me viene a ver, me cuentan su vida, sus cosas, y les escucho. Si no empatizara con ellos, por buen escritor que fuera, no conectaría en mis novelas con la gente de 15 años del siglo XXI. Tengo un diálogo constante con ellos, tanto personal, como a través de mis fundaciones.

-En este momento de crisis en muchos sentidos, ¿la literatura aporta lucidez?

-Es lo único que hoy te hace ser diferente. Estamos en un mundo globalizado, comemos lo mismo, vestimos las mismas zapatillas, vemos los mismos blockbusters. ¿Qué nos hace ser diferentes? Leer, nos hace únicos. Dame a un tío que lea y me das a un tío inteligente.

-Dejó las revistas y la radio para hacer novelas. ¿Se arrepiente?

-Qué va. Llegué a tener cinco revistas y un programa de radio, y vivía muy bien: helicópteros, limusinas de la Warner, viajaba con artistas en sus jets privados, me iba de gira con ellos, pero eso no era la vida que yo quería. Le dije a mi mujer, con dos hijos pequeños: 'Antonia, si no me salgo ahora acabaré siendo parte de un mundo fascinante, pero que no es el mío'. Aquí en mi despacho tengo delante fotos mías con Leonard Cohen, con Queen, con King Crimson, con Zappa, con Serrat? Es mi pasado rockero. Pero también tengo fotos con García Márquez, con Vargas Llosa, con Salman Rushdie. Mi vida de escritor, la que siempre soñé con tener.